Los premios te dan satisfacciones y compensan el esfuerzo que haces a diario, no lo niego. Representan el empeño en el trabajo bien hecho y el sacrificio por mantenerte bien alto en el oficio. Te suben la autoestima y hasta respiras más hondo, conformando tu conciencia al menos, que no es poco. Si no fuera por los pequeños momentos que te empujan en ocasiones, no tendrías la ilusión para seguir. Aunque miles de veces he dicho que hay cosas para las que hace falta vocación, y no se está por otra cosa. A mí me gusta el campo y el ganado, y no pienso demasiado en los derrotismos y males que a diario te surgen en este oficio con tantas precariedades que no dependen de ti. Pero reconozco que la situación no está para tirar cohetes, y cuando la soga aprieta a todo el sector y lo sientes en tus carnes, se te corta hasta el aliento. Porque del aire no se vive. No obstante, no es día hoy para relatar lo que ya todos sabemos, porque supongo (y quiero pensar) que los gerifaltes de la casa que tanto mandan se lo habrán dicho a los de más arriba, que para eso habrán venido, y no para sacarse la foto de rigor. Quede hoy la cosa en las felicitaciones a todos para que disfrutemos por lo menos en más doméstico y rudimentario, que es con la familia y con los nuestros.