jueves, 18 de abril de 2013

París era una Fiesta

Qué lejos de nuestro mundo, en tiempo y espacio. Cuando lees estas obras clasiconas (porque lo son) te queda un sentir agridulce; al menos a mí. Hace tiempo que tenía pendiente esta lectura (y otras, claro), para compaginarla con otras cosas nuestras, y la verdad es que el mundo es una inmensidad. Estos días la he leído entre los ratos de ordeño, sin prisas y con deleite. El americano de marras es un maestro, nadie lo pone en duda, y escribe con una soltura envidiable utilizando muchos recursos literarios...,  pero de una manera muy llana y convincente. Cuando lo lees parece que estás simplemente siguiendo a pies juntillas la estela de la pura cotidianidad (que en esencia sí lo es), la transcripción de una existencia tal cual se vive, y eso es cosa grande. Muchas veces explicar lo más simple de la vida es lo más complejo, y muy pocos saben hacerlo con este magisterio. Me recuerda mucho (salvando las distancias..., infinitas del tiempo y de las formas) esa máxima del s. XVI español que proponía escribir como se habla y decir como se vive, como si fuera cosa fácil (cuando me lo decía el profe de lengua no entendía mucho qué quería decir). Bueno, son cavilaciones sin sentido. En el París era una fiesta Hemingway me ha llevado a ese ombligo del mundo que el vivió, y de qué manera, a comienzos de siglo pasado; ese contexto de los veinte  timbrado de una felicidad en la epidermis que tantas carencias escondía (creo). Qué vida y que maneras de subsistir la de estos escritores que coinciden en el tiempo como pompas de jabón. Me parecen mentira  dos cosas a estas alturas de nuestros tiempos: cómo se refleja esa bohemia descarnada de superficialidad, porque era real, y esa convivencia de maestros de la pluma. Cuando lees a este cuentista, sus cuitas, reflexiones y compañías no puedes por menos de pensar, pues que suerte (coincidencia, o qué) convivir, conocer y coincidir en esta vida con Shpman, Ezra, Walsh o Scot. Casi nada. En estas circunstancias no sabes si existen los genios, si se hacen (los hacemos) o son las medianerías las que nos dibujan lo que consideramos grande (de la Literatura). Son reflexiones que siempre me quedan, aún cuando la obra que acabo de leer no tiene pega, y me ha trasladado muy bien a esos años y a ese ambiente que ya quisiera yo para mi vida, con todas la precariedades que pasaron. No sé. En todo caso la distancia es grande y la mentalidad distinta.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva