lunes, 24 de diciembre de 2012

En este día tan especial, y en los venideros, os deseo Feliz Navidad y Próspero Año 2013 a todos los pedrocheños. Aunque es un tópico, de mi boca sale con la mayor sinceridad este deseo que es tan universal. Espero que podamos hacer entre todos un mundo mejor; que seamos capaces de entender un mundo más justo; que soñemos un mundo diferente con más valores. Seguro que desde lo más próximo seremos capaces de cambiralo; seguro que seremos capaces de soñarlo; seguro que podremos conseguirlo.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Majadeando

Desde lo alto del cerro miro con tristeza la desolación de un paisaje añejo, de resquicios humanos asolados por el tiempo. Nadie que no venga informado, y bien derecho, diría que a este lado de la tierra hubo antaño cositas de importancia. Y tal vez no fuera poca cosa, sino más bien porte de grandeza y con postín. El esqueleto amorfo y desaliñado de un emporio, dice Vero, que acaso fuera en otros tiempos trajín de cientos de personas; parece mentira. Ahora ya no queda más que el silencio y la soledad entre estos ripios de piedras y oquedades, mudas y casquivanas, que parecen soluciones mezquinas de una vida; vestigios incongruentes que apenas si nos hablan ni nos dicen lo que saben. Viejas reliquias rescatadas al tiempo –sin mucho miramiento ni empeño– de paredes y canaletas, pilones y túneles que seguro que esconden secretos bien guardados; oficios burdos (no tanto) de otros tiempos y esbozos de otras culturas, que entre la maleza desbordante dejar entrever las osamentas desmembradas, que tal vez sean las de un gigante adormilado. Tan grande puede ser su corpachón, escondido entre el repecho y la tierra en desazón, que acaso no despierte fácilmente de su sueño, si no se descubre el corazón: que ya hace tiempo que está muerto. Absorta en mi soledad, con la tibia caricia del sol allá en lo alto, apenas si escucho la amena cantinela de mi hermana, que se afana en explicarme todo aquello que se oculta entre las ramas. Zarandal corretea de un lado para otro y husmea por arriba y por abajo; y le da miedo mirar en las entrañas de estos túneles cargados de misterio. Y es que el animal intuye en sus adentros que la cosa tiene miga, que se trata de otra vida sumergida bajo el halo de otros vientos. Meditabunda y callada me despido correteando hacia abajo, hacia esa ermita de encendida devoción que, también sola, vigila de reojo con mirada recelosa los vestigios de la Majada

jueves, 6 de diciembre de 2012

La abuelita

Toda ella desprende ternura, a sus noventa años. Cuando la vida te ha dejado andar un trecho largo, y has calado bien a fondo el sabor de la existencia humana, ya solamente queda la conciencia dulce de la nada (o del todo). Sentada atrás en el parral, durante horas sempiternas, mira la abuela la quietud del aire y el susurro de las hojas; no sé qué devanea en sus adentros, callada y circunspecta, que serán resquicios de la vida que van y vienen..., Porque ha vivido mucho y ya le queda muy poco; porque tiene ya abultada parentela y ha perdido aún más de la que vive...; y conoce y olvida, y escucha y habla sin que la cabeza ni la lengua le autoricen ya a decir verdades. Que ya las ha dicho todas. Su cuerpecillo enjuto y su pellejo aterciopelado me parecen atributos infantiles, a los que ha vuelto después de muchos años: pues es curiosa la vida, que la vejez nos regresa a la infancia en cuerpo y alma (dice madre, con mucha razón). Durante las largas jornadas, teñidas de silencio y soledad, mi anciana abuela mira al infinito de las cosas con quietud inquebrantable; se atusa con cierta coquetería el pelo y sonríe con aquiescencia guasona cuando la llamo ¡guapa! A ratos la veo buscando y cogiendo cosas en el aire, que ya no son realidades de este mundo..., y los sentidos la tientan con la engañifa de un niño. Lo que más me duele es verla limitada en esa lengua tarda, y renqueante, sin que le vengan las palabras, que contradice un mundo la oralidad clara y diáfana de siempre tuvo; aquélla lengua ágil de conversación suelta, cargada de ironía y una socarronería y gracejo que era virtud en su lenguaje. Hoy solamente quedan resquicios de una capacidad muerta y cansina..., de un burdo remedo que se ha ensañado en lo más fino. De cuando en cuando, con asiduidad cansina, revive la vida con sus padres y hermanos desaparecidos (hace ya décadas), y los llama y los espera, y hasta vive la casa de su infancia y sufre el desdén de aquella infancia..., que hace ya mucho tiempo quedó sellada en el libro de la Historia. Sumida en sus diatrabas y vaivenes, de realidades dispares, mira este otoño frío que antecede al invierno crudo de la vida. Porque muy pronto caerán del cielo lágrimas de dolor y se nos teñirá el corazón de sangre. Más que nunca.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva