miércoles, 19 de febrero de 2014

COVAP, ¡ay...!

Con la verdad por delante, siempre. Eso dice el abuelo, y me gusta el dicho hasta para lo más superficial, porque luego todo acaba siendo un asunto más que de fondo.  La cosa viene a raíz de lo más nuestro, la leche y la COVAP (nuestra madre que rige nuestros destinos), de la que he visto tangencialmente algunos asuntillos que no me gustan mucho. Claro que habrá algunos que me dirán de inmediato que tiro piedras para mi tejado, pero me gusta que las cosas se hagan con cierta seriedad y sin faltar a la verdad: aunque sea en lo más baladí y menos sustancial. Mirando por los albores de la red, y el paraíso de twitter he leído algunos comentarios sobre la COPAP que me llamaron la atención; y con curiosidad miré luego la página oficial de nuestra empresa lechera. En algunos apartados se dicen cosas un tanto fuera de sitio. Cierto es que el aparato propagandístico puede y debe jugar con todo tipo de recursos -faltaba más (con sus límites)-, pero algunos comentarios están sembrados de una pizca de gazmoñería (ja, ja, ja…). Es broma. Creo, ya de veras, que no hay necesidad de empingorotar nuestra naturaleza de una manera tan infantil y falta de sinceridad: ni nuestro valle es un paraíso ni es perfecto; ni todo es armonía ni creo que sea un encuentro de huellas de raza. Ni siquiera fue un proyecto revolucionario, pienso, más bien un aventurado resorte cooperativista surgido de la necesidad de unos pocos sin grandes pruritos. Lo demás vino después, un poco sin saber por dónde venía. Tampoco me gusta que se utilice con reiteración (aunque nos convenga) el término VALLE, pues en no pocas ocasiones he leído por ahí que el vocablo que utilizamos no es adecuado, y no hay necesidad de incidir en una calificación geográfica que no es cierta, aunque en las pasadas décadas se utilizara en términos un tanto romanticones, ya completamente desfasado de tiempo y de espacio. Dice mi hermana Vero, y cualquiera de nosotros lo ve sin ser especialista en nada, que nuestra comarca está muy bien definida y tiene señas de identidad suficientes sin recurrir a ese nombre que puede engañar a muchos foráneos, entendiendo que vivimos en un valle idílico, donde las casitas son de chocolate, el paisaje están envuelto en verdores de la tierra cántabra y los chorros de leche resuenan en el caldero con música de  Ludwig van Beethoven. No por Dios, no seamos necios. Eso no nos beneficia. En las imágenes y titulares de marketing pueden valer las estridencias explosivas, llamativas y hasta desmesuradas, pero en el contenido informativo debiera primar la sensatez, la sencillez y la mesura. La verdad ante todo. Eso creo yo, que soy una pequeña vaquera. Eso dice también mi padre.

La cooperativa COVAP

“…El paraíso de la leche es el valle de los Pedroches. Lugares perfectos para criar nuestras vacas, ovejas y cabras (. pic.twitter.com/JNdIh90NPJ)
COVAP

Existe un lugar donde todo es armonía, un paisaje en el que hombre y naturaleza juntos obtenemos lo mejor de cada uno. Existe una tierra de encuentro, de huellas de raza, de manos fuertes y de orgullo forjado al frio y al sol

De hombres decididos y trabajadores, marcados por una tierra en la que hunden sus raíces las encinas de la dehesa del norte de Córdoba, surgió, hace ya más de 50 años, un proyecto que revolucionaría la vida de los habitantes del Valle de los Pedroches, de la Serena y del Valle de Alcudia…”

viernes, 7 de febrero de 2014

La ilusión del Tren


El tren de la ilusión tal vez se haga realidad bien pronto; y tal vez la ilusión del tren nos deje en la desazón de la realidad. Nunca se sabe. Después de tantos años embargados en la quimera, la verdad nos puede herir hasta la cristalina de los ojos. Conseguir algo que tanto queremos y defendemos, a lo que tanto aspiramos, nos deja un tanto descolocados; aunque simplemente sean migajas. Primero, porque sería una victoria impensable hace décadas, y aunque se haya demorado los kirios, y hayamos dejado hasta los sombrajos del alma, confirmaremos que aunque derrotados por los políticos (escabrosos en sus lides) se puede afirmar que con la razón y la fuerza de la unión sigue siendo válido el dicho popular (Pueblo unido). Esa es la primera parte que tal vez nos satisfaga un tanto. La segunda menos, pues no será tanto como pensábamos; menos de lo que querríamos; y nada de los que anhelábamos en Justicia. Pero algo es algo, diremos. Desgraciadamente el sabor agridulce se puede aún amargar bastante cuando la realidad supere la ficción, y las estadísticas del Rápido (AVE) nos muestren sus entrañas descarnadas. Nosotros nos afirmaremos en nuestros derechos y dignidades como ciudadanos, y asentiremos que la Justicia existe. La pena es que desgraciadamente, me parece, el mundo en el que vivimos se mueve por otros ruedos que a veces nos desagradan, que van mucho más allá de las palabras bonitas y de los ideales. Quisiera equivocarme mucho. Sí. Quisiera que el nuestras esperanzas se cumplieran en la mayor parte, pero sobre todo que el anhelado AVE cumpliera ese papel que tanto pronostican los entendidos enfilando cauces de progreso y desarrollo. Quisiera, claro que sí, que fuera una puerta abierta de verdad y entrara y saliera el aire fresco a todas horas, y que tuviéramos razones acreditadas para defender lo nuestro. Pero, sinceramente, a estas alturas del fragor de la contienda veo mucha desilusión y desamor. Mucho conformismo y empeño acomodaticio a lo que sea. Tal vez lo nuestro era una ilusión; tal vez solamente era una quimera para remover los corazones y sentirnos vivos. Tal vez todo fuera verdad, acaso cierta, y solamente nos quede despertarnos del sueño en que vivimos. Quizás algún día, dentro de muchos años, recordemos este combate simplemente con romanticismo.

 

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva