Ahora que llega lo más grueso del estío, y muchos de nuestros convecinos salen de vacaciones y otros llegan, es tiempo de reflexión: sobre la comarca en sentido globalizador, y como unidad que busca el futuro en diferentes sectores. Las vacaciones veraniegas constituyen, a mi parecer, un grueso importante en la actividad turística a lo largo del año, y no podemos aspirar a un desarrollo amplio en este sentido dejando de lado este periplo y sus actividades. A través de internet, y en lo que oigo de nuestros pueblos, observo que se establecen programaciones amplias y diversas en cada lugar: espectáculos, presentaciones, jornadas, programas para niños, etcétera. En fin, un abanico amplio de actividades culturales para contentar a propios y extraños, sin quedarse ningún ayuntamiento sin programas de verano (cada uno a lo suyo). No voy a entrar ahora en los entresijos de los programas o su fundamento (como dice Arguiñano, ja, ja, ja), su relevancia y significación para cada una de las poblaciones, o su ajuste a las aspiraciones de la vecindad. Hay gustos para todo. Sin embargo, sí me gustaría plantear una duda que mi amiga Juani me reboza constantemente (pues ella se dedica a esto del turismo), que no es otra cosa que la manida insatisfacción como proyecto unitario de comarca. Es cierto que tenemos actos por todas las partes y programaciones para eventos a diario no faltan, pero me pregunto –por encima de nosotros, claro–, ¿qué ingredientes posee nuestra comarca para atraer turistas de otros lugares?, ¿tenemos un paisaje excepcional que arrastre a alguien para visitarnos?, ¿contamos con un patrimonio destacado y bien habilitado que sea llamativo?, ¿poseemos algún ingrediente de singularidad que sirva de cebo entre lo mucho que se ofrece por ahí?, ¿nuestra cocina o gastronomía es un acicate de mucha pujanza?, ¿las actividades de relumbrón de algún ayuntamiento son suficientes para movilizar?, ¿qué tipo de turismo podemos atraer (senderismo, invierno...)? Creo que basta con la retórica de las preguntas para empezar a reflexionar, y es evidente que aquí tampoco hay playa ni nada que se le parezca (o sí). En reiteradas ocasiones me he quejado de que más allá de actividades dispersas y locales haría falta un planteamiento general por parte de alguien; sobre todo para esos que quieren que la comarca sea una oferta turística de cierta entidad, que no sé siquiera sí es posible. Pero tendremos que pensar qué ofrecemos a esos que queremos que lleguen. Sobre todo, qué es lo que queremos y qué nos jugamos, porque esto del turismo y del desarrollo no creo que sea simplemente un juego de niños, ¿o sí?. Supongo que cosillas de estas se las plantearan los sesudos que se dedican a esto..., los gobernantes...., y cuatro más que tienen que buscarse la vida. En todo caso son dudas que se me plantean a mí (ja, ja, ja...., que tiene gracia) al ver partir algunas amigas, que buscan otras cosas fuera.