jueves, 9 de mayo de 2013

La Cofradía del Palo

Así llama el abuelo con sorna a los senderistas, y me hace reír un montón. Que me perdonen los aficionados al sano ejercicio de la andadura sin tregua por los derroteros de nuestros lares, pero Manuel no da puntada sin hilo, y hay que entenderlo. Aplica ese amable calificativo a esa recua de paseantes que vemos unos y otro día por la dehesa pertrechados como astronautas, con más trastes que un torero en ciernes de tomar la alternativa; porque últimamente ya no es que lleven sus atuendos con todo lujo de detalles (que me parece muy bien), sino que con la cosa tecnológica van a tiro fijo siguiendo la estela del GPS, como pollitos detrás de la gallina siguiendo la impronta de la madre. Es broma. Me encanta que haya personas que sepan aprovechar la naturaleza, que conozcan nuestra tierra a fondo y disfruten de este magnífico paisaje que nos ha regalado la vida. Hay otras gentes y gestos mucho más criticables, que teniendo muy cerca el paraíso no son capaces de ver delante de sus narices, y perjuran de lo lindo por llevar un triste remedo de vida insana y urbanita, que nada tiene que ver con nuestros pueblos y ciudades de Los Pedroches. No obstante, el decir del abuelo tiene un tanto de rintintín y rintitón, pues hay que entender que quienes  vivimos en el campo y del campo vemos de otra manera muy distinta la escenografía campestre. Necesariamente tenemos otra percepción, pues nuestra integración en la naturaleza no es mero espectáculo ni un simple remedo de vida de la vida rural: es la vida misma y nuestra existencia. Tenemos el disfrute y el goce a diario de la forma más natural, de manera menos superficial, y convivimos también con las dificultades y problemas que también tiene la profesión (ganaderos y agricultores), y la propia naturaleza. Obviamente no se ve igual desde el escaparate del ocio, la distracción y el divertimento que desde el oficio, las madrugadas intempestivas o con las tormentas que te pillan en la Vera, en la Pila o en Majadillas; tampoco los desdenes del calenturón o las heladas negras del frío invierno. Pero salvando las distancias, que son ostensibles, todos tenemos un sentido muy similar del respeto por el entorno físico que nos envuelve, al que entendemos no simplemente como una vía de escape, sino como una necesidad y una forma de vida, estando más o menos cerca. Sería deseable no solamente convivir en el medio rural como de puntillas, sino extenderlo también a nuestros pueblos aminorando los efectos urbanitas (coches, grandes superficies..., etc.). Cada día se impone más una forma de respetar el medio, e integrarse en él por el simple hecho de entenderlo, que no siempre es cosa fácil. Existen en Los Pedroches muchos colectivos que no andan desencaminados, ni en los caminos ni en las ciudades y pueblos. 

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva