lunes, 6 de mayo de 2013

Fiestas y más fiestas

Dice mi amiga Catherine, cuando le pongo al tanto de lo que ocurre en nuestra tierra, que de las fiestas no nos podemos quejar. Tiene ella una visión muy particular, y no le recrimino nada porque su mirada es la de una extranjera, pero generalmente atina mucho en todo lo que me dice; y socarronería no le falta..., y en sus comentarios siempre hay lecturas con bastante rintintín y agudeza (no en este, que es claro como el agua clara). Lo cierto es que me ha hecho pensar un poco. Menos mal que no hay muchos fines de semana como el pasado, porque ya no damos abasto. Es comprensible que exista tal concentración de fiestas, derivadas de celebraciones tradicionales en cada uno de los pueblos para alegría de los vecinos, que atienden casi siempre a las mismas razones religiosas o de otra índole. El problema, o la ventaja (según se mire), la encontramos en nuestros días, cuando ya todo es de todos y las celebraciones no se circunscriben a cada localidad, sino que se hacen (o las hacemos) extensivas a la comarca, la provincia y al turismo en general. En esta trifulca de celebraciones hay tradiciones, espectáculo, simplemente ruido, descanso merecido, etc. Una sucesión de fiestas sin orden de continuidad que ofrecen una visión bastante singular; que en absoluto es nuestra o solamente nuestra, pues bastaría con mirar otras muchas comarcas y lugares de Andalucía y España que viven igualmente la tradición, la religión y la transformación del campo en primavera. No obstante, visto globalmente es una explosión de festolinas que obnubilan a cualquiera que lo observe desde la lejanía y sin mucha sintonía con nuestra cultura; máxime cuando las redes nos trasmiten al minuto la senda cruzada de itinerarios festivos que se viven a nuestro alrededor. Nada extraña que socarronamente me diga Caty que cuándo se trabaja...Es broma, evidentemente, y así lo entiendo, pero lo cierto es que puede dar lugar a cierta percepción negativa desde otros contextos, y en todo caso la vorágine propagandística alcanza cotas elevadas de saturación, que cuando se extrema en exceso (la promoción) en cada uno de los lugares (que es legítima) acaba una no queriendo enterarse de nada.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva