sábado, 26 de mayo de 2012
Mujeres de Los Pedroches
No me había enterado de que existía una Federación Comarcal de Mujeres de Los Pedroches. Eso me deja un sabor agridulce, la verdad, pues si viviendo aquí y preocupada por el tema me entero de soslayo, eso quiere decir que bien poco impacto tiene la cosa. He reiterado hasta la saciedad, aunque parezca paradójico, que no me gustan mucho los planteamientos feministas de pacotilla, ni esa defensa de posiciones unilaterales que no hacen más que secundar los principios machistas tradicionales (pero del otro lado). Sin embargo, resulta imprescindible luchar por los derechos de la mujer a diario y apostar por principios de igualdad y no discriminación en la sociedad actual, a pesar de las apariencias de igualdad y la irrisoria evanescencia de la igualdad jurídica. Que no real. Las cifras de la desigualdad entre hombres y mujeres son contundentes, pero de poco sirven: que sea una mayoría la que acceda a la Universidad y en los estudios universitarios (54, 1 %); que el rendimiento sea superior al de los hombres; que haya ya más tesis doctorales realizadas, etc. Pero la realidad se impone viendo catedráticos varones, ministros, alcaldes, desempleadas, deportistas siempre en segunda fila (detrás de los deportes mediáticos de varones), sufridoras de la violencia de género...Es evidente que algo falla, y de forma grave. Y más tristeza ocasiona el saber que la situación tiene difícil enderezamiento, pues los cauces legales no son suficientes para acabar con esta lacra. Bajo este panorama –de todos conocido– no puedo comprender cómo las mujeres de Los Pedroches seguimos aún en la sombra. Cómo nuestra presencia no es contundente en la vida pública, en las nuevas tecnologías, en la sociedad en general. El descubrimiento de la Confederación de mujeres me deja un tanto desconcertada por su escasa difusión, no solo de esa conformación de escaparate, sino de la escasa repercusión de las asociaciones que la integran. De sus escasas actividades de impacto y sus aspiraciones morigeradas. Seguro que merece una reflexión profunda que una servidora no sabe hacer, pero alguien la tendrá que plantear a nivel individual o colectivo. ¿Cómo es posible que tantos grupos de mujeres no sean capaces de tener más que una resonancia local? Habría que atinar muy fino en las esencias de esos grupos (naturaleza), sus motivaciones y aspiraciones, y tan vez sus frustraciones y limitaciones. Tal vez más que movimientos de lucha y esperanza son recovecos de indefensión. Seguramente peco de incauta y desconsiderada, pero ¿cómo es posible que en la cotidianidad no tengan una mayor resonancia (y a veces negativa, incluso)? Acaso son grupúsculos de miradas alicortas y faltas de confianza en sí mismas, sin implicación de hombres, jóvenes o sectores amplios de la población. Tal vez estén sustentadas en falsas apoyaturas institucionales y no hacen otra cosa que acreditar las limitaciones de las mujeres: un triste consuelo. A veces parecen tenera actitudes serviles y mendicantes, faltas de una auténtiva vindicación social. Carentes de una auténtica sensibilización hacia el tema de la mujer. Qué fácil es hablar. Seguramente la pugna por la igualdad no se deba plantear desde plataformas unilaterales..., no sé. En todo caso, me parece que sus impulsos deben de ser más fuertes, su presencia más contundente y variada en sus objetivos; sus horizontes más amplios, sus esperanzas más grandes y con implicaciones sociales más contundentes. Seguro que la igualdad nos llegará desde los principios educativos de las nuevas generaciones con el tiempo (espero); desde las individualidades y transformación de bases morales, desde una formación y educación sana, pero eso no es óbice para que se aguijoné a las asociaciones a tener un mayor dinamismo y proyección social. Saliendo sobre todo de sus pequeños reductos e implicando mayores actividades con mayor dimensionalidad. No basta el consuelo en la soledad.