jueves, 17 de mayo de 2012

La Beauvoir rebelde


A veces, las mujeres altisonantes de la historia son denostadas por exceso. Es verdad. Eso le ha pasado a algunas feministas que, sin mucha razón, han recibido el azote de la crítica al tenor de sus vivencias personales extremas, que se han tomado al hilo de la argumentación detractora inconsistente. Beauvoir es un buen ejemplo de una mujer con mucho valor e inteligencia, que aún procediendo de un medio burgués arriostrado de una moral cristiana tradicional, desemboca en una existencia plagada de aristas cortantes. Con fuertes pilares de sustentación que la propulsaron: como la Sorbona, su dilata vida y viajes (Rusia, Cuba, EE.UU, China), activismo político y acontecimientos de primera línea, etcétera. En lo personal alcanzó la gloria y la miseria a un mismo tiempo (creo), la infelicidad y el infortunio, junto al afamado filósofo existencialista (Jean Paul Sartre). Sus análisis profundos sobre la mujer me encantan, cuando traza las líneas maestras de la verdad histórica desde todos los puntos de vista (biología, antropología, psicología...); y define muy bien esa inferioridad construida desde la percepción machista del mundo (economía, institución familiar...), y la desgraciada internalización de la propia incapacidad por parte de la mujer. Como bien decía –con mente muy abierta– no se nace mujer, se llega a serlo. Su altura intelectual es indiscutible. Inevitablemente sus escritos están improntados con el cuño existencialista, como no podía ser de otra manera. El trabajo del Segundo Sexo tiene muy poca pega desde un punto de vista objetivo, a pesar del la aviesa crítica –plagada de acritud– de Mauriac, (que decía, después del leer el libro, que sabía todo sobre la vagina de la escritora) de la que se debe hacer una lectura tamizada en sus justos términos. La vida apasionada y tumultuosa de la francesa, y su liberalidad sin recato alguno, le han granjeado grandes detractores y agridulces aquiescencias. Bien sabemos que la filosofa era contradicción pura, rebelde en la cama, pero sumisa, doméstica y celosa fuera de ella. Esa vida desordenada sobre los valores aquilatados de la tradición, los (y esas) amantes sin remilgo de contención y la independencia de pensamiento a espuertas la ha tenido que pagar muy cara; sobre todo con la mirada cínica, despótica y conservadora de muchos adláteres, filósofos y críticos machistas abrigados en la barrera de su posición de género preferente (varones). Así que bien se habla. Con lengua viperina, pero con el cuerpo de serpiente bien protegido por las escamas de acero del acendrado machismo y la irónica conformidad con el pataleo feminista. La Beauvoir ha tenido que pagar un peaje muy caro, pues por encima de la comprensión de sus verdades los malévolos han ensalzado perspectivas personales, del todo legítimas, que en forma alguna pueden desautorizar su coraje y cabal percepción de las desigualdades de la mujer. Eso pienso yo al menos.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

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Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva