miércoles, 4 de abril de 2012

Teatro. Mucho Teatro


A mí me gusta mucho el teatro, pero también la verdad cotidiana. Nada tengo contra la farándula o el auto en sazón. La vida juega con nosotros como con marionetas de guiñol, y tiene guasa la cosa, porque a nosotros también nos gusta jugar con la vida. Como dijeran los clásicos desde hace años –y no hay porqué contradecirlo–, estamos en el Gran Teatro del Mundo. En estos días de agua y de pasión (muy poco agua) rezuman con espuma de colores actores por doquier. No hace falta escuchar con cuidado ni observar con fricción denodada, pues el espectáculo es abierto y está servido con luces y micrófonos dorados. No niego que tradición existe desde hace siglos y sentimientos profundos, pero hay que ver cómo solo afloran con el agua, que es líquida y se diluye con primor. No me gustan las escenografías de antes (con sinceridad cierta), pero tampoco los espejismos espurios con cristales deformantes. La realidad parece adúltera y grosera, aunque dé dinero, nos haga singulares y nos revista de actores de primera. No me gusta. En este juego de teatro, cargado de artificio, todo es mofa, bufa y vilipendio de verdad. Chanza revestida con mil atuendos que nos tinta de hipocresía, sintiéndonos protagonistas de un sainete plagado de nostalgia. No sé si es verdad o es mentira, pero tengo mis dudas. Un movimiento de masas de esta naturaleza, al hilo mediático de las luces (inconforme o delirante, gozoso o complaciente), hace pensar a cualquiera..., y nada bueno. Cada día, y cada año, encuentro más teatro en este inmenso escenario de la vida. ¡Hay que ver cuanta pasión se escucha de su boca! ¡Cuánto sentimiento encendido (a ratos) y devociones acendradas! ¡Qué maneras de hablar y decir aquellas cosas, que antaño se escuchaban y han vuelto a relucir con cirios, palmas y alfombrajes! Cuesta entender la obra de teatro y qué se cuece en la cocina, cuando hay actores por arriba y por abajo, al fondo y entre bambalinas. Esta función centenaria tiene visos de crecer a ultranza, pues hay modelos de postín, caricatos, fabulistas y hasta oportunistas de drama. Solo hay que dar tiempo al tiempo, y ganará solera como los vinos. Todas las obras tienen guión y argumento, actores y un escenario, público, apuntadores y hasta santos bajo palio; aquí no falta de nada, y es amena la función, pues se escucha el silencio a ratos, los actores son pacatos..., sobran esforzados cargadores y hasta sobran directores. Si es verdad esta actuación, ¡mentira parece la vida! Que a diario se disfraza, pues yo ya no veo pasión, ni dolor ni amor pujante, ni observo yo devoción..., ni al público militante.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva