.
Tiene esta tierra mil argumentos para convencer. El aire a borbotones y un ancho cielo que cubre con esmero la sencillez de sus gentes. Desde lo alto del Calatraveño, de referencia legendaria, se vislumbra en el horizonte el suelo llano de la comarca, circundado de mediocres alturas que acaso confundan al viandante: pues no es valle..., ni aquí hay ríos de gigantesco caudal; más bien tímidas corrientes que nunca llegan al mar. Penetrando al interior hallará el foráneo viejos villorrios de prosapia medieval modernizados al uso de los tiempos; coquetas poblaciones que viven la rémora de la tradición del pasado con orgullo; del sacrificado laboreo y un encinar adusto que antaño diera nombre al territorio en tiempo de los árabes. Hoy ya todo está revestido de modernidad y acomodo. No sé muy bien cuáles son sus verdades más hondas, pero a mí me gusta la quietud y el campo abierto, correr y andar entre la jara o el mastuerzo; saltar entre peñascos de granito y de cuarcita sin límite de tiempo. Disfruto en la amplitud de la dehesa y admirando nuestra tierra desde lo alto de Miramontes, la torre de Pedroche o el Cristo de las Injurias de Hinojosa. Sueño a veces, en soledad, con el sosiego de los pastores de la Mesta pastoreando aquel ganado en nuestras dehesas, atravesando caminos y veredas. Dicen que es monótona esta Tierra..., ¡Y no es cierto! Basta con andar de extremo a extremo con destajo. A veces me pierdo alegremente por el Yeguas entre el valle y la pendiente, mirando a la Sierra (Andújar) o bajando a Navalcuerno o la Enguijuela; a veces me da por caminar por allá arriba, y en el Yeguas disfruto de cuidado, a la raya de la Alcudia mirando la cigüeña o la nutria escurridiza entre la arena. Mas siento que esta tierra es corazón y sentimiento, y lo fue con mucho desde siempre, pues a padre y madre, y los abuelos, los miro lagrimando con las fiestas y los eventos de antaño. Pasión tienen mis gentes por las Vírgenes de Luna y la de Guía, la Pastora y Alcantarillas, que es cosa seria y sentimiento muy hondo. Cuando me escapo de fiesta, me gusta la tradición: los Piostros y San Roque, las Mozas y San Miguel; echándole adrenalina (con precaución...mucha) en las vaquillas también (del Viso). Las Cruces son mi pasión. Con Vero aprendo mucho de monumentos, pues conoce como nadie los rincones y su historia. Nos encanta caminar por Belalcázar, por ese pasado postinero cargado de esencias señoriales; por esa Hinojosa adusta que debió ser cosa grande, y esas villas de Los Pedroche que son el corazón de nuestra tierra. Pero no todo es tradición, pues mucho arte hay en La Fragua y Periscopia, que siempre te sorprenden con iniciativas de vanguardia (o lo intentan). Las mayores bondades de la comarca las ve una en los extremos, acaso inciertas, pero así lo pienso de verdad: mayores y jóvenes a un tiempo pujando mucho por lo nuestro. Ándese sino por la comarca y chárlese sin compromiso, y se verá bien los que saben, los que conocen y sienten. No en menos tengo a los jóvenes, denostados –a veces con razón– y ausentes, con precaria economía, pero a poco que se profundice se verá la fuerza, capacidad y pugna grande por el terruño. No sé si tienen Los Pedroches mucho que enseñar, pero a veces pienso que más interesa el vivir y el compartir, y en eso esta tierra guarda magisterio