lunes, 23 de abril de 2012
Libros..., siempre
Resulta paradójica, y te deja un sabor agridulce, la estadística de los lectores y la verdad sobre las lecturas. Es cierto que vivimos en una sociedad que posee cada día un mayor grado de cultura, y eso casi nadie lo pone en duda; es verdad que poseemos una escolarización más amplia y existe la universalidad de la Educación en nuestro país y en los de nuestro entorno desarrollado. También tenemos que asentir que la juventud supera –superamos– años luz los niveles culturales de todos los tiempos en términos de medias estadísticas, y eso es un hecho comprobable y encomiable en relación con las sociedades modernas. No obstante hay piezas que no encajan, lagunas grandes que no se entienden y socavones que nos dejan meditabundos. Con las premisas antedichas cabría esperar que un ciudadano medio sobresaliera de forma notoria, y mucho más un alto índice de estudiantes de niveles universitarios que llevan muchos años en la enseñanza; igualmente profesores en la docencia o avezados culturetas que presumen de grandes conocimientos, formación científica y erudición libresca. Sin embargo, a pesar de todo este escaparate tan vistoso y engañadizo, mi antiguo profe de Literatura decía –y le creo a pies juntillas, en esto– que hoy alcanzan muy pocos el calificativo de hombres cultos. Ya sé que eso tiene mucha miga y son palabras mayores, pero resulta creíble que una buena parte de la ciudadanía y de los estudiantes no llegarán actualmente, con todos sus estudios y posibilidades, a conocer a Homero o Virgilio, ni leerán libros completos de Tácito o Marco Aurelio; que cada día resulta más difícil encontrar lectores cultivados con la obra de Petrarca o las letras completas de Baudelaire o Balzac; un buen número desconoce de lleno a Faulkner, Whitman, Camoes o Pessoa. Nuestras carencias son inmensas y a veces no somos conscientes. No sé si vamos por buen o mal camino, si leemos o no leemos lo suficiente, pero nuestras deficiencias son completamente notables. Personalmente me encanta la lectura, pero siento frustración cuando mi hermana Vero me dice a veces, y con verdad, el límite posible de nuestros libros de lectura, teniendo tanto por delante y sabiendo la grandeza de los libros. Con todo disfruto mucho. Pienso que la lectura es el mejor medio para conocer lo más hondo de nuestro mundo; lo más cierto de las personas; las imaginaciones más grandes de la humanidad y los anhelos más increíbles. Solo a través de la lectura se puede andar más largo, y solo por medio de ella podemos conocer lo más nuestro. La lectura es una satisfacción, es un goce..., y hasta una necesidad.