viernes, 9 de marzo de 2012

Leer..., con pasión


Leer con pasión es también vivir con pasión e intensidad; porque la lectura, bien hecha, no nos deja nunca indiferentes. Más bien todo lo contrario. Algunas personas malinterpretan leyendo a ratos, figurando que leen, en el tiempo de ocio como un lapsus en el sinvivir existencial; otros, lastrados por las imposiciones (academicistas), leen sin deleite, a tragullo y sin ver en ello más denostación que la de un trabajo odiado; tampoco son loables las dejaciones de quienes, por ignorancia y sin adecuada formación (desgraciadamente), denostan la lectura como a un bicho raro que contagia o enferma, u otras consideraciones variopintas cargadas de ingenuidad y gracejo: como la de mi padre, diciéndome aquéllo de que voy a dejar el capital en los libros. A lo que respondo yo también con pericia, y lo dejo pensando: ¡No padre, al contrario, que compro el alma de un autor por cuatro euros! A veces (con demasiada asiduidad) no nos paramos a pesar lo que decimos y hablamos a la ligera, pues si lo hiciéramos con raciocinio nos daríamos cuenta de las barbaridades que decimos. Creo que es más que evidente que la lectura no es simplemente un pasatiempos, como quien juega a las cartas, sino una actividad vertebradora de nuestra existencia como seres inteligentes. La lectura nos hace grandes porque sirve como cuadratura del mundo, pues como decía Molesini el lenguaje es el límite del mundo, y en la medida que nuestro lenguaje se amplie o reduzca así lo hará nuestro pequeño mundo. En el mismo sentido habla Marina (sintetizando a otros, claro) señalando que la estructura de nuestra inteligencia es lingüística, y es completamente cierto, pues nuestros conceptos, expresiones, afectos, etcétera se fraguan en el horno del lenguaje; quien más lee más comprende, mejor se expresa y capta con suficiencia la carga afectiva del lenguaje; basta con escuchar a un cualquiera (que mal suena, perdón) para conocerle muy a fondo, digo yo con frecuencia. Por ello cuando leemos no solamente nos divertimos con argumentos literarios, sino que asimilamos estructuras y palabras, sentimientos y actitudes a las que quizás no podríamos llegar de otra manera. Cicerón era bien elocuente –nadie lo dudará–, y decía que para hablar bien es imprescindible leer. Son los grandes maestros de la Literatura los que nos enseñan el fondo del hombre en toda su verdad y crudeza; ¿Cómo podríamos si no entender de verdad la ambición, la fidelidad, el egoísmo, la amabilidad..., si no fuera por Shakespeare en Macbeth o El Rey Lear, a Dostoievski en su Crimen y Castigo, Unamuno en Abel Sánchez y La Tía Tula o el Pascual del ingenioso Cela? Ellos y solo ellos han sabido penetrar en los entresijos de la conciencia, en los recovecos del alma y en las cavernas del corazón. A través de ellos aprendemos nosotros, simples mortales (ilusos). Nuestra precaria existencia no nos ofrece a la mayoría más allá de ingenuidades. De forma estridente, sarcástica y elocuente sacaba rápidamente a flote Cervantes en el Quijote el tema de los libros, quemándolos con fruicción, para corregir la locura-sabiduría del pobre D. Alonso: ¡Qué lección tan magistral dada por un genio que en quinientos años no ha sido aún tambaleado de la peana de la sabiduría! En boca de D. Quijote decía el genio universal una verdad como un templo: Quien mucho lee y mucho anda, mucho ve y mucho sabe. Es cierto que hay edades y momentos, pero siempre debemos leer con satisfacción e intensidad, como algo natural y constructivo. Hoy día tenemos una suerte extraordinaria, pues nuestro tiempo nos ofrece lecturas a niños y jóvenes, maduros y ancianos con distintas profundidades, temáticas y sensibilidades. Como decía Plinio el Viejo, no hay libro malo, y hasta el peor del mundo nos puede enseñar alguna cosa positiva. No sé si convenderé a alguien sobre lo que realmente pienso, y hasta resulto pesada –como dice mi padre– aún con argumentos de otros, pero todos ellos son los que realmente han dicho lo verdaderamente importante del Mundo. La mayoría de la mayoría decimos más bien poco, y a veces mal.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva