martes, 20 de marzo de 2012
En tus manos
A menudo me dice Juani que tengo manos de pianista, delicadas, pero luego remata sin cuidado alguno, ¡Anda, que si algunos las vieran entre tantas ubres y malezas! Son cosas de la amistad. El otro día, a raíz del comentario me puse a pensar -en otro orden de cosas- en la importancia del lenguaje, que tantas veces nos pasa desapercibido. Decía Cervante en el Quijote que de las pasiones del corazón habla la boca, pero también las manos hablan como nadie, con mucha vehemencia y de forma inimterrumpida. Personalmente pienso que el lenguaje de las manos es más sincero y natural que el de la lengua: más explícito y cargado de voluntariedad, muy mediatizado por la inteligencia y a menudo engañoso y manipulador. Por el contrario, las manos son más sinceras y cargadas de espontaneidad, como impulsos anatómicos del pensamiento y ajenas a toda intencionalidad. Cierto que hay personas educadas en la mímica nanual (las menos), pero los simples mortales (la mayoría de nosotros) expresamos con total naturalidad nuestras informaciones, afectos y emociones. Tal vez sean las manos el instrumento comunicativo más confirmativo del lenguaje humano. Ejemplos sobran a raudadales, pues a diario decimos y sentimos con las manos. La fuerza (puños) y la victora está en tus manos (V), pero también la quietud y la serenidad (cruzadas); con las manos pedimos (mano abierta) y rogamos (también el cura), avanzamos y nos detenemos (a órdenes de policía de tráfico); expresamos aquiescencia (OK, dedo pulgar) y confirmamos la repuslsa; saludamos a nuestros seres queridos.., y hasta los partidos y poderosos gustan de las manos y sus gestos (militares, fascio, etc.); confirmamos direcciones (indicando) y expresamos frustraciones (tampando la cara), pesadumbres (mano en la frente) y alegrías. Basta con ver a Carmen Amaya para entender que son lenguaje, pasión y sentimiento. Más aún, porque el dinero denotan (índice-meñique) y en ellas hasta el futuro algunos ven (Buenaventura), a los cornudos señalan (con dos dedos) y groseras pueden ser (dedo corazón suelto). Es admirable pensar que nuestras manos nos han enseñado a contar de pequeños, a amar y dar afecto y mucho más (...); a encontrar ternura en el de enfrente, a callar y presumir (anillos, pintura de uñas...); a ser limpios y discretos, amables o repulsivos...y hasta en el último momento hablan..., cuando de cuerpo presente bien cruzadas y compuestas nos despiden para siempre. Qué cosas tienen la manos.