sábado, 13 de junio de 2009

Cristiano Ronaldo. Su peso en Oro


Traían ayer en portada, en todas las portadas principales de los Mass Media, la nueva adquisición del club blanco de Cristiano Ronaldo por 94 millones de euros. La noticia es impactante por el desvarío éconómico (lo que nunca se había pagado), pero la auténtica vergüenza está en todo lo que subyace bajo ese titular y su contenido. En algunas de las terturias del día que escuché, y en opiniones aleatorias (mayoritarias) de calle que se dieron, que parecia haber unanimidad en que si se paga esa cifra es que el jugador lo vale (en términos económicos). Creo sinceramente que hemos perdido el norte y no sabemos ni dónde estamos ni hacia donde vamos. Querer ver solamente el mundo desde una perspectiva economicista, de desbarre capitalista, sin más horizonte que el puro mercantilismo, es simplemente falta de sentido común, de respeto y desvergüenza con todo lo que nos rodea. ES cierto que vivimos en un mundo capitalista (irremediablemente aceptado), pero también en el marco de unos sitemas democráticos que postulan principios sociales de igualdad, solidaridad, etc.; en un mundo de bases culturales que se dicen avanzadas que postulan los valores humanos, científicos, filosóficos, éticos, etc., y que no es precisamente el futbol la esencia de nuestro mundo (o no debe de serlo). El titular de esta desorbitada cifra aparece sin rubor entre noticias de gravísima crisis económica, de problemas sociales de primera magnitud, con indicencias de emigrantes de hondo calado, etc. Ya digo que me llama poco la atención que el tal Florentino pague lo habido y por haber, pues conocemos su casta, pero que la sociedad lo acepte en términos de normalidad es a mi entender bastante grave, carente totalmente de respeto hacia la mayor parte de la humanidad y con un calado moral de cinismo e hipocresía que nos deja templando. Puede que una esté equivocada, y lo estaré seguramente frente a la mayoría (a la luz de lo que se oye y ve), pero siento un malestar inmenso en lo más hondo de mi persona; un golpe fuerte a los principios más básicos de convivencia y de falta de ética en quienes aceptan tal barbaridad sin inmutarse. Desgraciadamente, estoy solamente en la sintonía de aquellos que no tenemos más que el poder de la palabra para ir contra estas barrabasadas. Ante tanta impotentecia solo queda la ironía de aquella frase tan sustanciosa: ¡Que paren el mundo que me apeo!

No hay comentarios:

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva