lunes, 24 de septiembre de 2012
Voces líricas
Resuenan voces de poesía a lo lejos; voces de trovadores de ensueño, artífices del misterio y obradores de la palabra. Soñadores de quimeras y embaucadores de la metáfora; ilusos de certezas falsas y mendicantes de la verdad incierta..., que piensan fantaseando en las corrientes serenas. Cientos de voces se oyen pero no se escuchan; miles de lenguas se ha hablan pero no se entienden; infinidad de susurros que se disipan en la atmósfera con la soberbia de pájaros que vuelan sin destino en el firmamento etéreo. ¡Qué pródiga es la lengua de los poetas... ¡ ¡Qué atrevida la escarcha de sus palabras..., y qué ilusa la mirada de sus pesares! En el abismo de sus memorias verbenean cantos de sirenas muertas, o vivas; acaso tengan en el infinito de la incomprensión un sitio escondido para los henebradores de sueños, para los agitadores de entelequias y muñidores de oxidadas zambras que calientan el ambiente con el sudor de los poetas. Qué grande se me hace la lista de los aurigas del coro, y qué pequeña la constancia de sus verdades; y aún hablan y miran y parlan, sin que el resuello del aire atempere su palabra. Hay que tener la sangre muy fría y el corazón caliente para decirse poeta. Y hay que vocear muy fuerte en el silencio de la noche, y escuchar al arrullo de la hoguera el crepitar del borrajo y la evanescencia de las pavesas. Cuántos poetas nos hablan, y cuantas mentiras se cuelan..., y de verdades a medias y decires desvaídos nos dejan el alma llena. Mi corazón solo escucha el aura de las tinieblas, y en la obscuridad de la noche tiemblo esperando la aurora, meciéndose calma y sola cuando le llega su hora. Hay voces allá a lo lejos, hay palabras que hablan solas; y hay cernideros de voces, que briegan juegan y roban, palabras que no están solas.