sábado, 2 de abril de 2011

Qué poco nos conocemos


Es una verdad como un templo. Ayer lo pensaba cuando fui por algunos asuntillos de las vacas a varios pueblos. A veces tengo la sensación -que creo que es cosa cierta- de que nuestra comarca y los pueblos Los Pedroches tienen muy poco que ver con esa otra imagen que se inventa y difunde de mil maneras. Cuanta mentira..., cuanta superchería revestida de modernidad y cuán lejos de la realidad se encuentra a menudo la realidad y esa imagen que tenemos de nuestra tierra. No lo digo con maldad alguna, pero creo que existe una distancia considerable entre ese concepto de unidad comarcal, como entidad enteriza geográfica y cultural,y esa verdad de gentes rurales de nuestros pueblos a veces tan separadas y distantes (más allá de cuatro relaciones económicas y de mercado); entre la verdad de nuestras relaciones personales (a veces muy distantes, estando al lado), nuestros vínculos comerciales y sociales a pie de calle; o los intereses políticos más viscerales (no los de los políticos de escaparate de cada pueblo, aunque tengan la legitimidad de las urnas). Creo que la comarca, en lo más hondo de su ser, no se conoce ni proyecta en las guías ni está siquiera en nuestras mentes: Porque nos hemos fabricado una estampa que muy poco tiene que ver con lo que somos y lo que fuimos. Y no hablo solamente del pasado. En lo cultural es muy estridente la distancia, y múcho más sobre las reconstrucciones tradicionales que se hacen. A diario digerimos con agrado platos prefabricados de fiestas y tradiciones que nos consuelan (a mí, difícilmente) de esa pérdida grosera de nuestras esencias. Tal vez haya que consentir que eso es lo único que puede quedar (Porque los tiempos pasan y en el pasado no se vive), pero realmente no es más que un plato amanerado de una verdad disfrazada (dícese una mentira bien compuesta). Las ferias y fiestas, exposiciones..., y esa elevada nómina de tradiciones, no son más que un triste remedo de un impulso institucionalizado para alegrarnos los oídos y la vista. Una panorámica edulcorada (en lo positivo y en lo negativo también) más de ese Reivival de todos los pueblos (en cualquier parte de Andalucía y España) enlatada y envuelta en papel de celofán trasparente. Mi reflexión, no obstante, no enfoca hacia ese pasado irrecuperable, sino a esa percepción de que (én lo que aún existe, en formas de vida, estilos, tradiciones, formas de ser, etc.)pululan dos comarcas (una la real y otra la prefabricada) a la par, que se me antojan no coincidentes. Tal vez sea una simple apreciación mía, pero la comarca verdadera se palpa en la vida cotidiana (sobre todo yo que estoy constantemente en el marco más rural y tradicional, el ganadero), en el trasiego diario de Añora y Belalcázar, de Dos Torres y Conquista..., en los problemas , en las ilusiones y frustraciones de uno y otro pueblo. Tantas veces se nos uniforma e identifica de la misma manera que llama mucho la atención; porque yo encuentro grandes diferencias en formas y contenidos entre los de cada sitio (por lo menos en mi trabajo) que me hacen pensar mucho. Cada pueblo es un mundo en sus formas económicas y tradiciones, tratos, hablas y estilos..., pero cuando asisto a las ferias y recuperaciones embotelladas me pregunto, ¿Es que hace falta que nos monten estas pantomimas, cuando hay rasgos aún más que sobrados de nuestras formas de vida? Pienso que ignorar las esencias (aunque sea por desconocimiento, que pienso que lo tenemos) es muy peligroso, porque al final ignoramos y olvidamos lo verdadero. Dando como ciertos cuatro registros rurales que muy poco dicen de unos y otros pueblos en términos diferenciales. Nos montamos una película y nos la acabamos creyendo. Es complicado expresar lo que pienso (y lo lamento de veras)..., pero repito que se me ha suscitado cuando la percepción real (la que pateo día a día) de la comarca no coincide mucho con ese imaginario que se proyecta (de lo que leo y veo; de lo que se proyecta que somos y fuimos). Sinceramente pienso que hemos globalizado un tanto el concepto de comarca y sus rasgos (sobre todo por los medios de comunicación, las instituciones, etc.), que se nos ha olvidado que existe aún una comarca distinta, con pueblos, formas de vida y sentires diferentes que desgraciadamente no conocemos, o nos pasan inadvertidos. Parece mentira que el otro día me hiciera pensar en ello Sebastián en el pago de las ovejuelas, cuando me decía sobre las referencias comarcales (de la visión de la prensa,el mundo rural, los intelectuales, etc.): "esos viven en otro mundo". Y es cierto...Hay que descubrir la comarca paso a paso, golpe a golpe (que diría el poeta) ..., pero nosotros mismos.

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QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

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