jueves, 30 de enero de 2014

Manto Blanco


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Hoy es uno de esos días que regurgitan los sentidos (con perdón). Cuando llegas a la vaqueriza se te hiela el aliento y se solidifican las palabras. ¡Cómo estaba esta mañana a las seis la hacienda y Los Pedroches! Un inmenso manto blanco cubría toda la planicie como ondulante sábana de cristales, perdida al infinito. El espectáculo fue maravilloso cuando el horizonte abrió brecha de luz reflejando al cielo en el armiño estridente de la noche. En estas ocasiones la vista bota de alegría y las miradas se prodigan por doquier. Todo es bello en rededor. Y hasta el hielo que se te cala en los dedos y en lo más hondo del alma te resulta grato: porque la naturaleza te vuelve a la vida azuzándote el espíritu y la esperanza. Hay un momento de clímax en toda esta estampa que te deja quieta. Admirando y escrutando este paisaje que, aunque monótono en su esencia, te regala momentos bellos como estos. Es verdad que pasas frío y te tiembla hasta la mirada, pero te reconforta comprobando que la vida sigue su ciclo: que hace hielo por la noche (pelona dice el abuelo) y a las pocas horas Apolo templará su mano con suavidad, dejándonos un día claro y luminoso. Es la vida. Las vacas me esperaban ateridas como mascarones de tramoya, como estatuas, inmovilizadas en esa sempiterna quietud que parecen diosas griegas que traspasan el tiempo y el espacio. Cuando te ven entrar..., cabecean con la seguridad de que tu estás allí como siempre, para darles el alimento de cada día. En estos días de rigor el silencio parece que es más silencio entre la estampa blanca, y el ganado más candoroso y sufrido. Parece mentira, pero el tiempo templa mucho los afectos hasta con los animales. Me gusta observar su comportamiento, y esa sabiduría natural que tienen para escoger los rincones más cándidos; los recovecos más escondidos donde el resguardo es pleno, sin concesión alguna al venticello gélido de la noche. En días como estos, digo, caminan a un mismo paso el esplendor del invierno y el sacrificio de quienes trabajamos al albur del tiempo, que lo hacemos siempre como el ánimo alto de estar vivos sintiendo la normalidad de la vida.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva