Hace tiempo que las
precariedades de la mujer (en cuanto al género) se
disputan y debaten, y hasta se hacen informes enjundiosos. Bueno. Lo
cierto es que todos sabemos la posición general de la mujer en la
sociedad (de todos los sectores) y las graves carencias, que ahora se
acentúan aún más con la crisis. Una cosa es la teoría de las
igualdades y otra muy distinta la realidad. Lo que especialmente me
preocupa es el papel de las mujeres del campo en Los Pedroches (lo que no quiere decir que lo otro no me preocupe...), que siempre ha sido esencial y lo
sigue siendo, pero pasamos por la historia como entes invisibles. La
mayor parte de nosotras nos mantenemos en la sombra de las
titularidades y derechos jurídicos (largo de explicar) de los
hombres, pero el trabajo lo desarrollamos nosotras en buena parte; la innovación
del sector sale de nuestras cabezas (también); las iniciativas de muchas otras cosas
son también nuestras en buena parte, etcétera. Y no me refiero
únicamente a las que estamos completamente en el trabajo diario,
sino de esas otras mujeres ya mayores (como mamá) que tienen un
papel tan relevante en las vaquerizas y las haciendas rurales, pero no son
nadie a nivel jurídico. Mi mayor perplejidad está en que las
jóvenes (las más jóvenes) del oficio nos dejamos arrastrar a
situaciones del pasado y no hacemos mucho por cambiar,
que en bastantes extremos precisa de cambios de cara no solamente en el
trabajo, sino en los papeles, asociaciones, sindicatos, Cooperativa y actitudes.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que la mayor parte de ganaderas
no tenemos aún una relación estrecha entre nosotras para
reivindicarnos, y tal vez no tengamos siquiera una conciencia clara
de lo que ello supone, o lo que supondría cambiar eso que
aparentemente son minucias. No creo que sea así. El sector nos dio
con la Cooperativa un vínculo económico a todos los socios, y unos
horizontes de desarrollo, pero la mujer no tiene ese protagonismo que
debiera, cuando todas sabemos que ni en la cabeza de mando ni en las
explotaciones particulares contamos como realidad social ni cultural de importancia.
Los intereses de las mujeres (como tales) no están siquiera
contemplados aún en nuestras aspiraciones..., tal es la situación
calamitosa en que nos encontramos. Cada pueblo posee (no todos) algunas
asociaciones de mujeres de otros sectores, que más que nada son (y
perdón) receptáculos de subvenciones sin compromisos claros de
actuación, sin ambiciones o aspiraciones a perseguir. No. Yo no veo por ningún lado ese
impulso que sería preciso para encontrar cauces de mejora en lo que
más nos concierne. A veces nos pensamos que las cuatro ganaderas que
nos conocemos (por encima, de vista) somos el colectivo, y eso es completamente
falso; como lo son los informes de las cuatro titularidades que
existen con nombre de mujer. Somos muchas más: pero calladas y sin
solución de continuidad diferente. El peso del pasado es abrumador,
pero curiosamente existimos algunas muy jóvenes con bastante
iniciativa, y no nos arredramos con el trabajo, pero a la hora de formar
un bloque sustancial estamos estancadas como el hielo. Tal vez la liberación de
la mujer, de la que tanto se hablaba antaño y habla actualmente (en lo del
género), no sea más que una pantomima para las que han tenido la
suerte de contar con otras profesiones más liberales o medios
económicos más solventes (que esos sí que creo que dan más
libertad y liberación de género). Tal vez seamos simplemente
nosotras las que no somos capaces de azuzar al viento con fuerza para
que sople en nuestra dirección, o movernos con habilidad para
procurar su empuje. Ahí está la pelota en el tejado.