Las mujeres y hombres del campo de Los Pedroches también queremos desear a todos Feliz Navidad. Es un tópico, ya lo sé, pero a veces hacen falta hasta los tópicos para creernos que el mundo puede mejorar. Lo ideal sería que todas nuestras noches y días fueran buenas y buenos, y por eso debemos trabajar a diario. La realidad no la vamos a cambiar en un día, pero tampoco me gusta que destruyamos una tradición que en nuestros pueblos tuvo siempre un sabor especial. Allí al lado del Cortijo nuestros mayores acunaron la luna y miraron el horizonte en la enredadera del olivar con esperanza; cuando ellos sabían bien que al día siguiente el tajo era duro, la mañana helada cruel y el futuro iba a ser el mismo que el día anterior. Pero La Navidad llegaba siempre plagada de ilusión y sana creencia en no se qué, con lazos fuertes de amistad y cariño, solidaridad y..., ¡como dicen aquí al lado (la capitalita)!, con un torreznito de pico y un ajito de cuajar. La nostalgia de aquellos afectos y carencias la lleva el abuelo en las pupilas, mirando allá a lo lejos donde la Sierra guarda sus recuerdos carcomidos por un tiempo ya olvidado. Por lo que a nosotros nos toca, la noche la pasaremos en familia..., como todos...en ese dislocado campeonato de consumo que tal vez no supla las carencias de antaño del abuelo. Pero bueno, os deseo lo mejor..., que está en nosotros mismos..., sin tener siquiera que recurrir al Papa Noel, que son cosas de otros mundos.