domingo, 15 de diciembre de 2013

Contrapunto

 
 
Los días de fiesta que se aproximan siempre me dejan un sabor agridulce. No sé si es cosa personal por esta época del año, del oficio, o de que estoy baja de optimismo. La cosa es que los últimos meses la vaqueriza me tiene tan metida en la tarea que apenas si puedo librar un poco (con los días que se ha pegado mi hermana en su viajecito), y ello influye en el estado de ánimo. A pesar de todo, y con lo que me cuenta mi hermana (de su vuelta de unos días por Europa), y mi amiga americana Caty que me saluda desde París, me surgen siempre dudas sobre los españoles. Es cierto que la profesión que nosotras tenemos (y todos los vaqueros y agricultores) nos ata sobremanera, y no podemos hacer cuanto queremos; y el tiempo viene tasado por un oficio bastante esclavo. Desde aquí, tengo necesariamente que mirar con envidia a Catherine (que es americana) viajando constantemente por el mundo, ora en París y Londres, y hace unos meses en Viena, después de haber estado sus vacaciones más largas en Vietnan. Y no es ninguna potentada. A mí se me encoje un poco el alma, porque yo no puedo hacer eso; ni siquiera me alcanza el espíritu para plantear esas aspiraciones…, que casi serían proezas con la vaqueriza. Tampoco veo a mis amigas de toda la vida (las del pueblo, pero estudiantes y con oficios buenos) con un ritmo similar: Mónica estuvo hace varios años (después de su licenciatura) en Alemania, pero volvió y su extrarradio se aleja poco más que el nuestro; Juani hace algunas escapadillas, pero de horizontes cercanos, y lo mismo pasa con las demás, que salen lo mismo que nosotras (alguna vez, esporádicamente). En el fondo creo que España sigue siendo singular, y para la mayoría no existen muchas posibilidades. Como dice Vero, hay que salir a Europa para darnos cuenta de cómo somos, y quitarnos las telarañas de los ojos para mirar con un poco de perspectiva. Somos bastante particulares y tenemos aún proyecciones alicortas en lo económico y cultural (y no lo digo ahora por lo de la crisis económica, que seguramente nos limita más). Es cierto que estos años de atrás ha habido más dinero y hemos rumbeado (como dice padre) con coches, pisos y viajes, pero mantenemos un comportamiento bastante casposo y campestre (entiéndaseme bien) que nos limita demasiado: en lo de ser ciudadanos abiertos al exterior. Andamos aún poco sueltos por el mundo mundial (ja, ja, ja..), y los que salen (obligados, como los estudiantes, parados...) no dan tampoco el perfil de mi amiga Cathy. Los más atrevidos y con posibles (de la masa grande), hacen algún escorzo en vacaciones, pero de corto calado y no muy a menudo (excepto la élite..crème de la crème, esa siempre). Tal vez sea una percepción mía que no se corresponde con la realidad, pero lo que me llega desde fuera (y cuando yo salgo, lo poco que...) veo que tenemos que romper más el cascarón y soltarnos hacia otros mundos; dominar más los idiomas y encontrar otras perspectivas diferentes a las que diariamente tenemos aquí. Dice Vero –encendida ahora por su mirada reciente desde fuera– que aquí estamos enfoscados en un endiablado círculo de limitaciones profesionales, políticas, económicas y culturales. Desde Europa España se ve de otra forma y sin complejos, sin la mirada constante hacia nuestro ombligo y problemas sempiternos, dejando atrás nuestras limitaciones y sin las falsedades y mentiras maniqueas en las siempre estamos absorbidos (o nos absorben). No sé.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva