jueves, 2 de febrero de 2012

Un cuarto oscuro de Verónica Moreno


No había leído nada de Verónica Moreno; lo reconozco. No entiendo nada de poesía y tampoco me gusta demasiado, aunque hago un esfuerzo sobrehumano por comprender ese mundo cargado de misterios. Tal vez sea cierto aquello de que la Poesía es para los Dioses, y a los humanos (más humanos, como una servidora) solo nos llega el hálito de la frustración. Seguro que la autora escribe con solvencia en los renglónes de la lírica, porque siente muy adentro lo que escribe; pero al lector le hiere tanta tristeza y desolación del Alma... ¿Es que la poesía solo se viste de tristeza?¿Es que los poetas solo encuentran tema en la desolación? No sé. A mí, personamente, me resulta a veces un pentagrama cargado de artificio, superficialidad y protocolo, dolor y destrucción a espuertas. Seguro que Un cuarto oscuro está inundado de emotividad, con aguijoneo interno cargado de sinceridad, pero redundar una y otra vez en el tema de la muerte parece protocolo de poetas. Parece que debatirse en esencias existencialistas y metafísicas sea carta de naturaleza de este arte; y tal vez lo sea. Qué poco desciende su poemario a los rudimentos de la vida (aunque tal vez sean los que ella describe, y yo no lo sepa) y solamente en retazos (Jabón de sosa, Somos por defecto Times New Román) se esparcen soniquetes.Desgarro sin mersura. Claro que no es metafísica de armazón profundo, pero observo un tanto de apariencia e intencionalidad desbordada de dolor, quejumbre y destrucción como arma de convicción. La poeta habla lógicamente de lo que quiere, y eso no es discutible, de sus pesares y desvelos, aunque abusar de la musa convencional derrota demasiado en falta de autenticidad (digo). Una es profana en las cuitas del género, y doctores tiene la Iglesia. Si su poesía refleja la vedad de su alma, cuanta verdad guarda este cuarto oscuro.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva