martes, 7 de febrero de 2012

Las voces derrotadas de Andrada


Miedo me da ya leer obras edulcoradas por la crítica, enaltecidas a la peana del galardón (de los de casa) y calificadas en contraportada con gruesas palabras (un nuevo aliento machadiano). Robustecida además la auréola del poeta con esa prolija obra, que envidia fuera del mismísimo Cervantes; defenestrado a la novela en desazón con aquello de la gloria que el cielo no quiso darme. A mi la lírica de Andrada no me mueve mucho más que su ensayo y su novela, y no hay prejuicio en nada de ello, aunque creo sinceramente que aquí se desenvuelve mejor y con con más firmeza. No encuentro sin embargo esa poética genuina y singular que dictan los que saben de poesía. Una miserable lectora como yo no alcanza a ver las excelencias. Cierto es que en las Voces derrotadas oigo ecos de poesía (sin mucho oficio), envueltos siempre en la pertinaz vorágine de figuras literarias con desmán. Abrumadoras y reiteradas. Ya me dirán otros donde se encuentra la riqueza del oficio, de la composición poética y la complejidad versil, que una es novata en estas lides y no atina más allá de la simpleza. A veces, al contrario, en lo más simple y doméstico -como El viento de París o la Cámara oscura, Una bicicleta- le veo más certero y contundente. Pero hay mucho prurito de metafísica que se pierde en vana superficialidad, que no engaña ni convence a una ignorante. Una no ve delante a un montón de curas en la nieve (¡Que dolor!), porque los vítores del poeta son ya legión, las editoriales le acreditan (digo yo) y el autor se siente genuino y singular. ¿Quien da más? Léase con detenimiento y ...volverán a leerlo.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva