Hoy salta de nuevo la liebre, con un comunicado de Solienses,sobre el derribo parcial de la Casa de los Velarde de Añora. No tenemos más remedio que hacernos eco de un hecho tan lamentable, pues estamos ante un atentado contra el patrimonio monumental de nuestra comarca. El caso es de mayor gravedad, toda vez que quien comete el delito es el propio Ayuntamiento de Añora, a quien se le ha ocurrido la deplorable idea de destruir todo el voladizo de la cornisa de esta mansión del s. XVIII. Una vez más se pone de manifiesto que estamos gobernados por una sarta de analfabetos que no saben donde tienen la mano derecha. Desgraciadamente esto nos sale muy caro, pues no se paga con dinero, ya que se ha destruido uno de los elementos definitorios de la propia estructura residencial. Viendo estas sandeces, una se pregunta, ¿pero dónde están los asesores de obras, los arquitectos que tienen que definir el proyecto de restauración de estos bienes (antes de intervenirlos), etc.? Incomprensible. No cabe otra cosa que pensar que los políticos tienen (desgraciademante) poder para saltarse sin consideración alguna (ni penalización legal)todas las normas y principios de caracter local y nacional. ¿Cómo puede ser que un edificio histórico (tipificado y estudiado), sometido a todo tipo de filtros institucionales para su defensa sufra de esta forma un atentado tan grave? La eliminación de la cornisa, que ya está destruida, no solamente supone perder lo original, sino las referencias de la vivienda antigua y la modificación de la propia tipología de la residencia urbana noriega del siglo ilustrado. Cualquier composición que se haya (ahora) de esta vivienda es, con cualquier criterio de restauración actual, disonante con la arquitectura prístina. Con lo fácil que es dejar las cosas como están, sin modificar las cuestiones estructurales de la construcción. No se trata de una simple alteración de la arquitectura civil de Añora, sino de todos Los Pedroches, pues ya van quedando muy pocos modelos originales que respeten la tipología arquitectónica que se desarrolló en la comarca para unos estratos sociales determinados. Bien dice el refrán que la ignorancia es muy atrevida, y en este caso el atrevimiento es mayúsculo y gigantesco, con lo que la ignorancia del Ayuntamiento es desomunal; y creemos va mucho más allá de la simple ingenuidad, que en este caso solamente puede calificarse de perversidad que se enmarca plenamente en el espectro de los delitos tipificados en las leyes españolas.
