domingo, 1 de julio de 2012

Calle El Toro. Triste y sola




Eso dicen en la capitalita los defenestradores de la razón, al socaire de esa peatonalización de la Calle Mayor que ha alcanzado eco hasta en los mentideros del etéreo espacio internauta comarcal; y expectantes estamos ante tamaña controversia. Tal vez tengan razón los pozoalbenses encaramos en la defensa del Euro al arrimo de la rueda, aunque a mí me parece todo lo contrario. Esta mañana, sin ir más lejos, he paseado con Juani a nuestras anchas por el callejón del delito, y ¡oye, que bien no tenerse que preocupar por los coches, ni las prisas que te imprimen! Claro que no quiero entrar en polémica con quienes comprometen (como dicen) el pan nuestro de cada día, y doctores tiene la Iglesia, pero una servidora (probablemente ignorante en cuitas urbanísticas) entiende todo lo contrario: será más fácil y probable que se estimule el comercio con el vehículo de San Fernando (un rato a pie y otro andando) que con la frenética inercia de la maquinita de rueda; porque yo al menos compró y miro más de esta manera; y al contrario, cuando voy en coche paro puntualmente y completamente de largo sin mirar más escaparates. Más allá de estas diatrabas, que deben tener bien resueltas los geográfos y entendidos, hay que sopesar que la susodicha calle es de todos los pozoalbenses y viandantes de la ciudad, y no únicamente un espacio inteligible desde la perspectiva económica. Pero bueno, ¡Sea lo que Dios quiera!, y el tiempo que todo lo sana dará y quitará razones. A veces hay que caerse para levantarse, y en otras ocasiones andando bien derechos evitamos caernos sin tener que levantarnos. A mí particularmente me gustan los pueblos y ciudades con la mayor naturalidad posible; yo eliminaba el tráfico por completo, los humos y malas formas de tener que tener que andar esquivando obstáculos como en terreno ajeno. ¿No son nuestros pueblos los habitáculos de los hombres para vivir con mayor paz y sosiego? Pues evitemos ruidos, contaminaciones innecesarias y circulaciones que nos interrumpen y dificultan la existencia; sobre todo cuando tenemos la suerte de poseer pueblos con pequeñas dimensiones y son fácilmente transitables de uno a otro extremo. Esa es mi opinión, que a veces también uso de forma desconsiderada la furgoneta con las prisas y luego siempre me arrepiento. Hay que ser razonables, y acostrumbramos a no serlo. La calle Mayor de Pozoblanco que hoy he apreciado no estaba en absoluto triste ni sola, tal vez meditabunda y circunspecta, reflexionando, como cuando una piensa que ha hecho algo malo y en un punto le pica la conciencia. Porque son muchos años con el tránsito rodado a las espaldas y la costumbre hasta se convierte en ley, e incluso en verdad bien asentada sin tener ni pizca de razón. Qué pronto se nos olvida que lo más normal no son los coches en los centros de población, que más que satisfacer necesidades crean superficialides y atamientos. En el silencio vespertino de Pozoblanco una servidora no ha visto tristeza alguna, más bien ha oído el arrullo de los pájaros y la claridad de la mañana sin obstáculo; y hasta un puntito de alegría y felicidad en esos transeúntes que andaban como perdidos (como niños con zapatos nuevos) en ese amplio espacio que acogía con sosiego envidiable de las calles laterales el aire a borbotones. Y cabía mucho. Aún se movía la gente con ese despiste como a quien le toca la lotería y no sabe por dónde le viene. A veces la suerte nos llega de forma inesperada..., y hasta nos preguntamos por los boletos. Qué desgraciados somos. Enhorabuena a los tarugos.

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva