miércoles, 17 de octubre de 2007

Promoción a favor de la Discapacidad en Los Pedroches

En estas fechas se realizan en Pozoblanco, de distinta manera, diferentes actividades a favor de la concienciación de las discapacidades. Realmente es un tema de enjundia que precisa no solamente del apoyo institucional, que siempre será de corto alcance, sino la verdadera comprensión y asimilación de toda la ciudadanía. Es obvio que no está de sobra que las instituciones creen plataformas constantes para que exista un mayor grado de concienciación de los individuos, pero lo verdaderamente esencial es que todos seamos capaces de asimilar e integrar la auténtica verdad del asunto. Que se asuma y asimile con toda normalidad y se le integre en nuestro cerebelo como algo inherente al ser humano. No discuto que es tarea ardua, cuando el tema ha estado desgraciadamente muy mal enfocado desde tiempos históricos: la percepción de la discapacidad ha sido perversa a lo largo de las centurias, entendiendo que se trata de anormalidades, irregularidades y excepcionalidades de individuos que había que apartar de la Sociedad. Lógicamente, esta visión sesgada de la realidad está completamente incardinada con principios económicos inasumibles actualmente, mentalidades tradicionalistas y valores éticos de otros tiempos. Hoy nadie puede tener como válidos los desgraciados enfoques de antaño. Las instituciones (que levantamos entre todos) defienden y propician otros escenarios más acordes con nuestros tiempos; sin embargo, a veces uno tiene la sensación de que se quedan en meras actividades de escaparate político. Realmente se ha de profuncizar mucho más en el problema, dar auténtica cabida plena a los individuos con dispacidades sin prejucios, incorporarlos realmente al mundo laboral, social y político, sin que ello se entienda como una prebenda especial. No lo es en absoluto. Hay que partir del hecho de que todos, absolutamente todos, somos discapacitados; si bien, hay desgraciadamente algunas discapacidades que se notan más que otras. La igualdad y la normalidad, tal como a veces la entendemos, es una auténtica excepcionalidad. Tal vez se note más una pierna rota, o una disfunción psíquica, que una cortedad intelectual, siendo prácticamente la misma cosa (y a veces, peor). Las taras afectivas que tanta gente tiene son también, aunque no se vea, grandes discapacidades; o las propias incapacidades para desarrollar tantas y tantas tareas que de ordinario no puede hacer más que una minoría. Por lo tanto, considerar la discapacidad en un plano humano de igualdad no es nada extraordinario; es simplemente comprender la realidad, asumirla y, en casos excepcionales, ser suficientemente generosos con aquellos que padecen desgracias que tenemos la suerte de no padecer. Es por lo tanto imprescindible que los ciudadanos vivamos a diario las discapacidades nuestras, y las del prójimo, en un plano de igualdad, y se garantice a todo el mundo un grado de bienestar económico, unos principios de relación social imprescindibles, una participación política plena y un metalidad igualitaria y verdaderamente humana; más allá de la lo políticamente correcto, y de las medidas simples de escaparate. POR ELLO, LA PROMOCIÓN QUE SE HACE no debe de quedar en algo puntual y esporádico, sino que es fundamental propiciar a diario principios de asunción e integración total. Los discapacitados no son cuatro raros, sino los raros son los cuatro que se creen plenamente normales. Que me creo que no existen. Todos somos discapacacitados.

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QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

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