sábado, 18 de junio de 2011

Nos Expresamos con/en la diversidad


En el día de la Lengua española tenemos necesariamente que felicitarnos. Es todo un logro que contemos con una herramienta de esta naturaleza viendo simplemente las cifras estadísticas: más de 500 millones hispanohablantes, y más de 600 dentro de cuarenta años; somos una de las lenguas que más se habla en el mundo y la segunda que más se estudia. Lo más interesante a mi parecer es, sin embargo, la fabulosa historia que hemos seguido, su origen y evolución hasta el enriquecimiento que hoy poseemos. La Real Academia de la Lengua y el Instituo Cervantes (con sus irradiaciones) ponen día tras día instrumentos nuevos que son elocuentes de esa riqueza, desde los diccionarios al uso, la gramática, ortografía, etimología, fónetica, etc. La variadísima comunidad hispanohablante engrandece nuestras perspectivas como una creatividad inusitada, pero basta con salir a la calle y vivir en nuestro mundo (juvenil, y no tanto) para darnos cuenta de la viveza y dinamismo que le imprimimos a nuestra lengua.
La riqueza que tiene la lengua y sus múltiples perspectivas me apasionan, pero sobre todo esas otras dimensiones que han surgido últimamente en relación a otras ciencias, que también ayudan a entender la complejidad del lenguaje; me refiero al entreveramiento que existe con la psicología y sociología. Cada vez está más definida la relación entre la Lengua y el desarrollo de la inteligencia, pues nuestro mundo se hace grande o pequeño con el dominio del lenguaje; una afamada estudiosa dice -con que verdad- que el límite de nuestro mundo es el de nuestra lengua. Cuando más dominiemos el lenguaje, la literatura y otras formas más extendemos nuestras redes, no solo en el mundo material, sino en el imaginario, espiritual y afectivo. La Lengua es grandiosa. Bastaría con poner como ejemplo la grandísima capacidad de Cervantes, que con su genialidad no solo nos proyecta una lengua, sino un mundo de afectos y defectos, de escenarios, creencias, filosofías..., y la creatividad de un genio que pudo elevar las más altas aspiraciones de un hombre al infinito con solo escribir (y todo lo que eso llevaba consigo). Quién pudiera como él, escribir para ser leído con fruición después de quinientos años.
En lo que toca a nuestra comarca también tenemos suerte. Contamos con la lengua española, pero con una diversidad y riqueza muy grande. Tenemos la suerte de entendernos, pero además contamos con singularidades en muchas de nuestras expresiones fonéticas; en nuestra tierra se pueden diferenciar bien distintos dialectos en nuestras hablas, y unas evoluciones bastante claras en cuanto a su origen. Sobre ello leí durante mis años de Bachillerato algo en un especialista de la comarca (Ramón Velarde), pero yo lo compruebo día a día en mi trabajo, porque aunque la comarca no es grande, cuando hablo con ganaderos de la parte más occidental no solo pronuncian algunas palabras de otra manera, sino que llaman a los mismos objetos de otra forma. Es una suerte que tengamos esta variedad, que supongo que tiene mucho que ver con la historia de cada cual y con sus orígenes. A mí me gusta hablar como los de mi pueblo, y me satisface cuando me lo dicen. Todos somos de la comarca, pero con nuestras cosillas.

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