domingo, 7 de febrero de 2010
La Virgen de Luna en Pozoblanco
La Fiesta en la Jara, con un día magnífico y soleado para nuestros convecinos, culminará hoy con la llegada a Pozoblanco y el ocaso del Sol en el Arroyo Hondo. El día es emotivo y tiene resonancia en toda la comarca. Quiero en esta ocasión colocar un pequeño fragmento de mi amiga Sonia, que me envía con cariño y plagado de afectación. Dice casi todo lo que yo no sería capaz de decir, por ser ella de Pozoblanco y vivirlo en sus carnes:
"Hoy me he despertado con los tiros de la Virgen de Luna.Por mi estómago han corrido de nuevo hormiguillas, como cuando era pequeña y sentía ya en mis entrañas algo muy hondo y difícil de explicar. Desde antaño vivo y siento una madrugada especial, pues ya en los días previos viene sembrado el cuerpo (y la mente) con el caldo de cultivo que representan el Carro de la Cofradía, el Tambor y los Niños, los Hermanos, etc.Sin embargo, en la cama y con el duermevela de la mañana he vibrado de ilusión con el sonido de los disparos, como quien alcanza en un punto la felicidad y la siente...; y no quiere dejarla escapar ni un momento. El silencio de la calle y es estruendo rotundo en el caserío han hablado como nunca en mis adentros. Una ya tiene sus años y sus vivencias, y los recuerdos se me ha venido a la cabeza de repetente, con la fuerza de un torrente y con la secuela empírica de la tradición. Muchos y muy ricos acontecimientos, vivenciales y espirituales, se me apelotonan a tragullo en la cabeza. Difícilmente podría expresar ahora todo este torrente de cosas que me han llevado a la reflexión más serena entre el cálido calorcillo de las sábanas. La Virgen de Luna es para mí una Fiesta de gran riqueza personal y en lo más hondo de mi alma (porque lo vivo desde pequeña), pero es también un ritual y una tradición que cada vez comprendo con mayor profundidad en los entresijos de su Historia y de su significado. En lo más personal recordaba esta mañana al despertar aquella ilusión y entusiasmo de antaño, cuando las familias acudíamos a la Virgen con una devoción infinita, hartos de trabajar y con un merecido reposo; ansiando desde hacía semanas el poder ir a la Virgen andando y en los carros; y también en el ferrocarril, cuando bajábamos en el Apeadero. En mi devaneo mental transitaban por mis recuerdos aquellos recibimientos de la Madre en el Arroyo Hondo, cuajado de gentes humildes ataviadas con nuestras mejores galas...; unos niños con ojos brillantes y una gran hondura e ingenuidad, con nuestro pequeño hornazo hecho en casa con una pequeña torta de pan y un huevo duro. Porque las modernidades de la repostería actual (los que ahora se hacen) son cosas de antesdeayer, y lo nuestro era otra cosa. Tal vez de menor riqueza culinaria, pero de grandísima afectación emocional.
Mis estampas de la Virgen en esta improvisada vigilia mañanera se confunden ya entre lo real (personal) y la comprensión en mi madurez de un fenómeno religioso y social. Sobra recordar aquí la fuerza de una tradición ancestral como es la de la Virgen de Luna, con más de quinientos o seiscientos años de vigencia y profundas razones en su existencia. Me parece mentira que un gesto caballeresco medieval, perdido en el tiempo, se haya convertido en un hito en nuestra Historia. Una Virgen mediadora de batallas..., defensora de territorios y aval de propiedades y baldíos; una imagen que se asienta entre nosotros con valores económicos. Para convertirse en esencias espirituales de varios pueblos que se hacen acreedores de ella en lo material y espiritual. El resultado, pensaba perpleja, ese hábito prístino de llevar y traer la imagen, para luego convertirlo en costumbre, en tradición y en fiesta. ¡Qué honda y profunda es la actitud y la esencia mental de los hombres! Me asombra nuestra capacidad para generar ritos y tradiciones en base a nuestras necesidades materiales más acuciantes; en razón de nuestros valores más señalados de nuestro entorno (encinas y yervas, alimento de nuestro ganado); convirtiéndo todo ello en símbolos rutitantes en el calendario anual, revistiéndolo de un valor intrínseco fundamental para pasar a la posteridad. Esa es la gran diferencia que tenemos con los animales, que somos capaces de ritualizar y simbolizar nuestra existencia, convirtiéndola en esencia de nuestros pueblos y civilizaciones. Por eso esta festividad me lleva a lo más hondo y a los adentros, porque está ya interiorizada hasta la médula. La veo y siento ya en mi cama desde la más íntima afectividad. La Virgen de Luna no es ya para mí un rito o una tradición, es una parte de mi misma, de mi esencia, de mi pueblo y de mi gente.
La Fiesta de nuestra Virgen de Luna es el pilar más fuerte que da cohesión a nuestro pueblo (a los que estamos y a los que vuelven); nadie puede poner en duda su poder inmenso de integración y socialización por medio de nuestro encuetro (aunque sea un día), de nuestros intercambios de charlas, risas y chismes. Es hacer patria (en el mejor sentido de la palabra), recobrar la esencia de nuestros ancestros...; nuestro pasado y nuestra razón de ser. Cuando hoy viva en la Jara la Virgen de Luna tengo la seguridad íntima de estar viviendo la esencia de mi historia, de mi pueblo y de mis gentes. Algo fluye por el ambiente que nos conecta a todos a través de un rito andestral. Es nuestra vida misma entendida ya desde la diversidad y complejidad de medio milenio años con una celebración. Pozoblanco es hoy la Virgen de Luna, y la Virgen de Luna es hoy Pozoblanco.
Avivada por una inmensa inquietud me he asomado a mi ventana, y he visto con ojos de niña a estos hermanos (que no hermanas, y eso es parte también desagradable de la Historia)vestidos de negro, siguiendo el ritual en todos y cada uno de los gestos. Y es que la Virgen de Luna es todo un ritual asentado con los siglos: ahí están para acreditarlo los atuendos (estos y los anteriores, que ya se han casi olvidado, hasta por los cronistas); la música atávica del tamborilero,que Dios ¡Qué bien suena, y que hondos mensajes porta!; los paseos ritualizados del carro recogiendo y llevando las viandas...; los disparos atronadores de los hermanos, que claman al cielo infinito desafiando al enemigo..., porque las escopetas no son en absoluto un instrumento ingenuo ni decorativo; todo lo contrario, razones de fuerza y bagajes de defensa, ¡que la Jara es nuestra, y la defendemos con sangre, si hace falta!(así lo canta la Historia. Clamores de un pueblo sabio lo pregonan: ¡Taruga, Taruga, Taruga...!
En la Ermita y en el Camino está, porque lo es todo, esa naturaleza indómita que nos da de comer, que nos guarda y a veces nos desespera; pero el Encinar es nuestra casa y nuestra vida. Nuestra razón de ser. Ahí está la Virgen de Luna para recordárnoslo con dulzura, edulcarada con ese doble lenguaje simbólico de Guerra (armas) y Paz (Virgen). Como digo, hoy es un día grande, me lo han recordado los tiros de la Virgen. ...".
Sobran las palabras. Solo nos queda desear a todos los tarugos un feliz día y una magnífica recepción de la Virgen de Luna.
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1 comentario:
¿La foto también se la ha enviado su amiga Sonia?
Si es así, dele la enhorabuena de mi parte, porque es preciosa. Si no, citen la fuente de donde la han sacado. Qué menos, ¿no?
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