Día de la Constitución

En el día de hoy se ha celebrado, un año más, la conmemoración del XXI aniversario de nuestra constitución. Prácticamente todas las instituciones nacionales, autonómicas y municipales han realizado algún acto para recordar este día tan significativo. Como siempre, no han faltado discursos de carácter formal poniendo de relieve los más significativo del texto constitucional y de la política de este año: la participación del Lendakari vasco; los secuestros, etc. Especial recuerdo se ha tenido para el político Jordi Solé Tura, que ha fallecido coincidiendo con la efeméride, y supone la pérdida de uno de los Padres de la Constitución; uno de los artífices de este instrumento tan valioso para la convivencia; pero también un exponenente de la izquierda que participó en un evento tan trascendente. También han aparecido, como en siempre en los últimos años, las manidas preguntas y respuestas sobre la reforma constitucional. El Presidente del Gobierno sigue utilizando en sus comentarios los licuosos y escurridizos términos de que la Constitución sigue siendo útil y que la reforma no es algo prioritario; que no es el momento oportuno, etc. Hoy por hoy, para nuestra generación (jóvenes) y para una mayoría, parecen términos poco convincentes: ¿cómo es posible que un texto con treinta y un años no necesite revisión? ¿alguién puede creer que en más de treinta años las cosas siguen igual que antaño (mentalidad, derechos, vínculos políticos, Unión Europea, relaciones económicas)? ¿quién puede entender que vivamos con un texto que es insuficiente en definición de cuestiones territoriales, comunidades, relación con la Unión Europea, etc.? ¿tampoco necesita reforma el Senado, cuando todo el mundo sabe que no sirve para nada tal como está? ¿tampoco necesita reforma la cuestión machista de la Corona y la herencia con preferencia de los varones sobre la mujer? ¿cómo es posible que más de treinta millones de personas sigamos viviendo con un texto que aprobaron menos de quince? Y un sinfín de cuestiones al respecto. No sé si es el momento más apropiado para las reformas constitucionales, pero tampoco sirve el hecho de que los políticos insulten nuestra inteligencia. Vivimos en un país moderno y desarrollado con medios de comunicación y con cierta capacidad de análisis. Al menos existen algunos ciudadanos críticos.