domingo, 16 de noviembre de 2008
Los G-20 y la Crisis Económica
Por fin terminó, después de una larga agonía de espera, la ansiada cumbre de los más poderosos de la tierra. No es tema de mi devoción aquel dislate, pero a veces tiene una que desparramar y sacar fuera el berrón como los novillos en el corral. Pareciera que el mundo se fuera a acabar, con el evento, y que España hubiera ganado crédito existencial con su participación. A veces, y esta es una de esas ocasiones, la percepción alicorta de las cosas nos desequilibra las entendederas. Véase sino un botón de muestra: la tan manida reunión de los grandes, la ansiada espera y las esencias del capitalimo en liza, no han merecido ni un simple comentario en la portada del New York Times; y en los principales rotativos americanos apenas si sale en segunda fila (o como noticia de relleno). Esto nos da la medida de nuestros desvaríos en cuanto a nuestra visión del mundo; al menos en lo más superficial de las formas. En cuanto al contenido, pues es también de risa, porque una uno alcanza a comprender la vacuidad de tanta imbecilidad; pues es inmensa la parafernalia. Resulta que una sarta de presidentes, que saben más bien poco de economía (basta con mirar sus biografías y formación, alejada de esos temas), pretenden debatir en un ratillo los fundamentos del sistema económico mundial: los fundamentos del capitalismo. De mayor gravedad a mi entender son las conclusiones, que se me antojan parcas y muy en sintonía con lo que actualmente ha llevado a la crisis. Parece claro y rotundo que al sistema capitalista y financiero no hay que tocarle en su esencia, y que el liberalismo sigue siendo la vaca sagrada de los gurus, y que nadie ose ¡Por Dios! decir nada en contra. La solución está en mantener el cinismo a ultranza con retoques de pandereta: que si la regulación financiera (ahora se dan cuenta..); que si la reforma del FMI; que si promover la estabilidad y los mercados interiores con apoyos económicos internos, etc. etc. Vamos, que los males económicos son etéreos...,que se le ven las orejas al lobo pero volvemos a las andadadas. Da gusto oir hablar a estos cabezas pensantes del mundo, porque pueden tirarse hablando seis horas sin decir nada. Pero eso sí, salen todos muy contentos y satisfechos, porque la hoja de ruta ya está en marcha; el horizonte claro y los nubarrones dispersos. ¡Que lejos quedan para estos mequetrefes las realidades del paro, los expedientes de regulación de empleo, la cesta de la compra, etc! Ellos son los sabios del Universo que arbitran las leyes del poker mientras liban con saborete los mejores caldos americanos (que por cierto, habrían sadado de la pobreza a miles de niños en un año); y se permiten los más progres, con banderolas de socialdemocracia (pero sin bandera en la mesa, siquiera), hablar con cinismo ingente del hambre en el mundo, de la globalización,la climatología y de la pobreza. Más de lo mismo.
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