Día de Los Santos en Los Pedroches

Amanece el día tibio y tristón, hablando en términos climatológicos, pero también lo es en el espectro de lo afectivo y emocional. Tal vez sea una de las festividades de la Iglesia Católica más sentidas y asumidas por las gentes, pues en ello nos va la vida (y nunca mejor dicho). Todos, absolutamente todos tenemos motivos para secundar el recuerdo de nuestra gente, y la tradición cristiana ha dejado bien sentada una amplia gama de protocolos y liturgia; sin embargo, más allá de eso, se conmueve el alma a todos los humanos, creyentes y agnósticos, pues a fin de cuentas es una onomástica que nos hace reflexionar sobre las verdades de la vida. Y aquí no hay más verdad que la muerte, pues la vida no es otra cosa que entrar a morir, o si se quiere, caminar en el círculo cerrado de la naturaleza. Los cementerios están hoy como corresponde a nuestro imaginario cristiano, convertidos en jardine paradisiacos asazmente simbólicos. Solamente la modenidad (tecnología y avances científicos) irá cambiándo estas costumbres a tenor del tiempo, si se hace verdad (que lleva camino) el decir de Aldous Husley en Un mundo féliz. Y eso será sin duda una desgracia.