Medallas de Andalucía

Ya tenemos nombrados, para la próxima celebración del día de Andalucía, las correspondientes medallas e hijo predilecto de la tierra. Mi enhorabuena a todos ellos, sin duda. Sin embargo, nadie se extrañará porque diga que se trata de elecciones políticamente correctas, insulsas y reiterativas; de hombres y mujeres con un sinfín de méritos, y que seguramente se lo merecen todos ellos, pero cuando se citan las alargadas nóminas de todo ello, uno sospecha un tufillo raro; es decir, toda la vida recogiendo méritos (serán muy buenos, digo yo, pues los mortales somos un poco tontos y cortos); y es que a veces eso de los amiguetes y la prolífica nómina es muy sospechosa. No obstante, más allá del protocolo, de la fama, la popularidad y el brillo televisivo de todos ellos, mucho me gustaría que se dignasen en nombrar a personas anónimas y sencillas que tanto y tanto han hecho y hacen por andalucía a diario con su trabajo; tal vez no sean eminencias (catedráticos, directores de la Unesco, Ticos o Cuencas) del resorte de la prensa, pero estoy seguro de que con sus trabajos diarios (constancia, honestidad, silencio, honradez, etc.) hacen a que vivamos toda la sociedad, que comamos (agricultores) y vistamos, que tengamos casas y carreteras (los que las hacen de verdad). Cierto es que la nómina sería muy grande, pero nada malo tiene que se elija entre esos miles de andaluces, aunque no se conozcan, pero seguro que los méritos de cualquier trabajador de a pie, meten mano a los nombrados, aunque no lleven chaqueta, ni salgan en la prensa, ni tengan el currículo oficial de esa pléyade de gratificados.