miércoles, 12 de marzo de 2014

MUJERES

A diario, ahí es cuando hay que reivindicar el papel de la mujer. Creo que sigue siendo necesario que nosotras apostemos por nosotras, que no sean las instituciones (o los políticos) las que nos tengan que poner el membrete, que es lo que hasta ahora pasa,  regalándole los oídos a unas cuantas que son mediáticas y se conforman con salir en la foto. Chica prebenda para tan alta causa. Las mujeres tenemos que estar de lleno en la sociedad no porque queremos ser iguales, sino porque no somos diferentes, porque tenemos las capacidades necesarias para estar en lo más alto y lo  más bajo de nuestro mundo como todos; porque somos cientos de mujeres en las universidades y ámbitos profesionales, en la casa y el deporte, en los medios de comunicación y en la calle. No deberíamos de tener que hacer nada extraordinario, pues por lógica, como en el amplio espectro de la vida, donde hay vino se bebe vino, y donde hay agua beben agua; pues si en el  mundo hay mujeres todo tiene que estar no solamente impregnado de mujeres (y encima para lo malo y especulativo), sino constituido en esencia por una parte de mujeres. Somos nosotras, repito, las que tenemos que parapetarnos con fuerza aquí y allá, en lo más alto de la empresa y sus direcciones; en la escuela y los institutos aprendiendo a no ser distintas ni distantes; en la casa y fuera de ella evitando replicar los roles tradicionales. La discriminación de la mujer tiene mucho legado heredado, sobra decirlo, pero para romper esa inercia debemos nosotras hacer mucho presente con una posición destacada, inequívoca, demostrando lo que somos, y volcar nuestra mirada al futuro sin miedos ni manipulaciones burdas. En las propagandas de apoyo a la mujer hay mucha carátula ficticia y de escaparate, que no vale para mucho, aunque no sobre; pero la realidad se supera con realidades, y esas las hacemos nosotras (o no) a diario. Creo que a veces nos falta impulso y decisión verdadera, y acaso encontremos en ocasiones en la desigualdad lugares acomodaticios que en muchas ocasiones no se entienden; aspiraciones precarias que se desfogan con solo decirlo y no hacer nada. El machismo que abunda por doquier no puede ser solo cosa del pasado o de los hombres, y tal vez tengamos que hacer una lectura un poco seria de lo que es el hombre y la mujer como seres humanos sin distinciones de notoriedad. Queda mucho trabajo por hacer. Claro que la tradición machista es un hueso duro de roer, pero aquí nos lo jugamos todo si queremos que nuestra existencia cambie; sino, ya sabemos lo queda: más de lo mismo. Hoy recordaba haciendo una retrospectiva, meditabunda durante el ordeño, de esa España que en la historia de la Literatura te deja helada: pareciera como si la mujer no existiera a través de los siglos y no hubiera escrito nada entre la corte infinita de los juglares ni en los romanceros, ni nada pintara entre la pléyade de los Rojas, Fray Luis de León, Juan de la Cruz, Jovellanos, Cervantes, Santillana, Hita, Góngora, Quevedo, Montemayor, los Valdés, Feijoo…; cuánto cuesta traer a la palestra alguna mujer que, quizás, fuera empingorotada por su especialísima capacidad y sentido místico (o político, a su manera) más que literario, como Santa Teresa; o alguna preceptora avezada en lides de otro tipo como Dª. Beatriz Galindo…, o esas pocas contemporáneas que empiezan a alzar la voz ya roncas del desasosiego vital, como Rosalía, o corajudas y eminentes como la  Bazán, la Campoamor o la Kent; bien es verdad que el séquito postrero ya es contundente, pero en forma alguna suficiente ni igualado en lances. Pero que corta presentación para tan larga andadura. Es desde luego para pensárselo y reflexionar sobre ello. No podemos pasar por la vida sin dejar huella en nuestra historia: no porque dé la impresión de que no existimos, sino porque en realidad una parte importante de nosotros en verdad no existe bajo este prisma de inferioridad admitida (o consentida).   

 

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva