viernes, 19 de septiembre de 2008
Feria y Fiestas de Pozoblanco
Ya está aquí, la última y más grande de las ferias y de Los Pedroches. Aunque oficilamente se inicie el próximo martes, el telón ya se ha levantado repleto de actos diversos y actividades para este fin de semana (pregón, competiciones, hípica, aeromodelismo, etc.). La capital del valle desplegará como siempre todo su brío para festejar la feria y acoger a las gentes de toda la comarca: porque la feria de Pozoblanco es un poco la feria de todos. Tal vez el recinto ferial haya despersonalizado un tanto (como en todas las urbes) el clima festero de la ciudad (debate ya plenamente superado), pero es innegable que aún se respira dentro de Pozoblanco el clima de fiesta como en un pueblo de los nuestros. Las actividades programadas son ingentes, y para todos los gustos, pero la esencia de la feria siguen siendo los toros y las aparcerías, que debieran potenciarse cada día más en bares de nuestras calles y barrios, dejando el recinto para otras horas y menesteres. Cada cual puede elegir la oferta cultural de su agrado, que van desde la Exposición Internacional de Escultura a las muestras de teatro; desde los toros al futbol, la música y la hípica..., y un largo etcétera que se puede disfrutar. En esencia lo de siempre, pero gusta ver como la dinámica urbe se frena estos días para gozar de un merecido descanso; el final de un largo periplo anual que gira en torno al negocio y la vida de la comarca; también el inicio de un nuevo año que se proyecta ya, de forma decidida, cuando termina la feria. Todo está ya preparado, los ánimos en alza y el pecho henchido de ilusión y esperanza para embestir este acontecimiento que año tras año nos confirma que el ciclo de la vida sigue. Y tal vez, como dijera algún sabio, sea imprescindible tirar la casa por la ventana, porque sino explotamos, en esta vida monótona que a veces (contradictoriamente) ni siquiera encontramos alicientes. Claro que ya no tenemos las necesidades de antaño (porque fiestas nos sobran), pero también es cierto que las ferias suponen un revulsivo espiritual de confraternización que el diario no nos ofrece; una integración social que el mundo actual nos niega; y un dispendio de derroche que nos hace sentir económicamente ricos, a pesar de que la crisis está llamando a nuestras puertas de forma grave. Sin embargo, la ilusión de un día de Ferias es como la noche de Reyes: no conviene romperla. El mundo se caería sin perspectiva de futuro. Algo tan ancestral como la feria, a pesar de su bagaje económico, debe ser tan bendita como el agua. No rompamos el hechizo. Felices fiestas a todos los pozoalbenses.
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