jueves, 30 de mayo de 2013

Ha Muerto

En los tiempos que vivimos, y con vistas parciales sin mucho enfoque, pareciera que la juventud ha muerto. Me resulta doloroso decirlo, porque es falso y lo utilizo más que nada como idea de marketing (ja, ja, ja, perdón por la osadía), pero si se atiene una a las férulas televisivas, a la superficialidad del entorno (actos culturales, poder político, etcétera) o la vorágine económica habría que darlo por cierto. Entiendo que una sociedad es joven y dinámica cuando son los jóvenes quienes critican y promueven cambios, cuando se revuelven las vísceras para denostar lo que no está bien o puede mejorarse con claridad; y eso creo que es justamente lo que ahora no pasa. El agostamiento de la cosa económica que nos han dejado las generaciones pasadas (estas últimas décadas), y la ruina política, nos tienen completamente desencantados, desilusionados..., y hasta acobardados en la esquina (como niños castigados). O simplemente callados, sin entrar siquiera en el juego de la partida. Pero claro, eso tiene sus problemillas, pues se trata del juego de nuestra vida, en nuestro tablero y con nuestras piezas: pues si no las movemos nosotros otros las moverán, y eso es lo que hacen. A fin de cuentas es el escenario de nuestra existencia, querámoslo o no. El aire gaseoso y nauseabundo ambiente (aire irrespirable) que nos han dejado nos ha contaminado de tal manera que nos encontramos noqueados y sin gana alguna de participar en nada, de ser simplemente muebles o de querer ignorar la auténtica verdad. Este triste panorama invade casi todas las perspectivas económicas, políticas y culturales donde la juventud debiera (debiéramos) estar presente con un protagonismo de altura. Desgraciadamente miras a uno y otro lado y solo observas vejestorios controlando y manipulando el cotarro (que es nuestra vida), haciendo y deshaciendo a su antojo sin el mínimo recato. Los jóvenes exultantes que somos (o debiéramos serlo), de fuerza y vitalidad, energía e ilusión, nos ocultamos como si fuéramos prescindibles y pudiera funcionar la máquina sin nosotros hacia el futuro. Me da pena ver a mis amigas y amigos acoquinados bajo nuestras empresas, ingenierías y arquitecturas, titulaciones brillantísimas y con los arrestos por tierra. Pero qué es esto, ¿cómo podemos encontrarnos en estas condiciones los más formados de la Historia?, ¿cómo podemos dejar que otros nos arrollen en la gobernanza de nuestros pueblos y ciudades? ¿cómo es posible que no seamos capaces de promover la Cultura que hemos adquirido por encima de la de nuestros padres? Tal vez seamos simplemente un producto defectuoso de la maquinaria. Tal vez sea falso lo que hemos conseguido y no valga nada, o sea simplemente una careta vistosa de la simple realidad. No quisiera pensar que eso sea cierto y me niego en rotundo a que los jóvenes nos dejemos avasallar de esta manera. Tal vez nos haga falta algo de chispa..., y ¡cataplún!, emerjamos de la sombra y demostremos que la vida se construye con los ladrillos nuevos. Seguro que el edificio es más sólido, limpio y hermoso. Al menos eso pienso yo.

martes, 28 de mayo de 2013

EL CHACACHÁ DEL TREN

Se oyen retumbar por ahí, de nuevo, voces perdidas sobre lo del tren. Hablar de esto ya es tema manido sin interés alguno, pues hace tiempo que perdimos la dignidad y la fuerza. Oigo a veces esa canción antigua que pone padre sobre el cha, cha, cha del tren (del año la tarara) y me resulta graciosa y sugerente, porque como dice la letra parece que el amor..., con su dulzor vaivén..., produce más calor que el chacacha del tren. Pues eso. A estas alturas no es acertado ni chillar ni extenuarse con improperios superfluos (banales), que únicamente sirven para el ahogo en el charco de las lamentaciones. La cosa tuvo su momento, y estuvo a punto de alcanzarse, por el ímpetu reivindicativo, y hasta parecía que la comarca estaba bien situada en la órbita acertada; pero era simplemente una alucinación. Los mandamases jugaron muy bien la partida y la ganaron con muy pocas cartas, casi sin ases en la mano y sin triunfos, pero son jugadores profesionales. La Comarca, por su parte, únicamente jugaba a una partida novedosa para ella con la suerte del principiante, y hasta cantaba las cuarenta en algunos momentos (me parece que se dice así..., porque no he jugado nunca, pero oigo al abuelo). El jugador profesional sabe bien por dónde va la cosa y hasta donde llega un novato que se contenta con dos arrestos. Teníamos todas las de perder. No sé siquiera si había un interés de verdad en que parara el tren o era simplemente un despertar esporádico, y evanescente como una pavesa, de una tierra asentada en el silencio y el aguante; con la humillación a cuestas de los siglos y la mirada humillada hacia abajo, y llegó un momento en que saltó la chispa para crear una ilusión ficticia. Y ahí quedó todo. Si de verdad se quisiera el AVE, y no fuera otra cosa transitoria y sin con interés, no pasaría ni un día sin tenerlo. Porque cuando quieres una cosa de verdad no basta con hablar con la boca chica teniendo el cuerpo apocado, amedrentados como lagartijas bajo las piedras esperando a que el sol llegue. Si de verdad se quiere y se ansía algo se mueve una (o unos) hacia delante con toda su fuerza y arrastra los obstáculos hasta retirarlos por completo. Ni un Pueblo ni una comarca se pueden amilanar ante las mentiras y necedades de unos pocos. Si de verdad se quiere (que no lo creo, ni lo veo claro) bastaría con un acto contundente y de repercusión nacional, y eso no cuesta nada. Párese una sola vez el AVE..., y estás en todos los telediarios del día. Lo demás es politiquear y jugar con los que saben..., y a esos no les ganamos ni en cien años. Son profesionales. Lo contrario es asumir, desgraciadamente, la verdad (esa que nos cuesta tanto comprender).

sábado, 25 de mayo de 2013

Señoreando el Cielo

Seguro que la Luna constituye uno de los temas de mayor inspiración en el mundo y en la historia. No es para menos, porque reina como nadie en el cielo de los sentimientos, de los augurios de los pueblos y de gemidos de los animales. A nadie deja indiferente. Hoy lucirá de nuevo en plenilunio con toda su fuerza: blanquísima, redonda y destellante, conmoviendo los sentidos y los espíritus de los pedrocheños; y de todo el mundo que se sume al espectáculo, pues les dejamos disfrutar ampliamente de lo nuestro (ja, ja, ja). Me encanta observar esta Diosa del firmamento desde la dehesa, cuando el silencio manda y solo se escucha el susurro de la noche; siempre disfruto contemplando su poder inmenso y ese lento caminar sintiéndose dueña del universo, habiéndole ganado la partida al coloso de la mañana y disfrutando a solas del botín lumínico esquilmado. Cuando la miro fijamente y pienso en ella, recuerdo –de toda la Literatura– ese romance gitano cargado de dramatismo, que a la vez me acuna a mí también (como al poeta) y entristece en lo más hondo; esa muerte de escarceo sigiloso que te encoraja las tripas no me gusta, pero si no fuera por ella quizás Federico no sería Federico ni la luna..., Luna. Cuando supero el primer impás de nostalgia, que a menudo me solivianta, pienso en esa otra Luna que me encanta como diamante del cielo, como florón de luz que da vida e ilusión constante. Tumbada en el pasto de la inmensa alfombra, de verdín reseco, contemplo al astro de la noche bailando en la negrura del horizonte, que me trasmite buenas vibraciones con su danza. Ella sola marca el ciclo de la vida..., y de la muerte; ella sola nos enseña los secretos de la  noche; ella sola silencia en la mañana las verdades de los hombres y mujeres. Y dicen los viejos del lugar que hay que saber escucharla en sus llantos y sonrisas, porque guarda en sus adentros los pesares y alegrías de otros tiempos y otras gentes, que también la vieron y soñaron en silencio. Ayer escuché al viento rumores y pesadumbres, que no son cuitas de celosillo cuando la ve tan grande y bonita, señoreando en el cielo y enamorando a la tierra.

miércoles, 22 de mayo de 2013

EL TESORILLO (micro)

El viejo platero Sekilo tiraba de la bestia con desazón, ya sin cuidado y con desesperanza por la tozudonería de la mula torda, que se resistía a subir con la pesada carga por el empinado risco, plagado de jarales pegajosos; el burranco, sin embargo, avanzaba por detrás tardo pero seguro, con la sujeción de las manos conciliadoras de Stena y el parloteo de Aunia, que conformaban la recua cansina por el enriscado monte. Varias millas atrás habían dejado, despuntando el amanecer, a Corbis y Alucio, siempre lentos y torticeros en recorrer los trayectos con la brisa de la mañana. Después de varias jornadas de viaje la fatiga era acuciante, y mayormente ese día que desde la hora prima habían trajinado a un ritmo de vértigo; a la altura de la sexta y con el sol empingorotado en lo alto el martirio era completo, con el paredón de la sierra por delante; pero el viejo patriarca había decidido alcanzar la cima y descansar luego en el declive de la bajada, recorriendo ya con despacio hasta la caída del coloso del cielo. Ahora tocaba sufrir y aguantar aquel calvario. El clan de los plateros y mercachifles sabían bien de los sinsabores del oficio, de uno a otro lado trajinando sin descanso, laboreando a ratos la plata y mercadeando en los recovecos más recónditos de esa Hispania de la que se estaban apoderando aquellas hostiles tropas de tierras lejanas. A estas alturas nadie dudaba que los militarones romanos se hacían dueños de la tierra y del mandoneo. Pero la platería ambulante seguía recia en el oficio, de aquí para allá sin desvanecer, con la casa a cuestas, ora en Lusitania y mañana en Turdetania, paseando por la Bética, uno y otro día sin desfallecer. La serranía de Corduba tenía sus vericuetos, aunque el gran esfuerzo se compensaba a lo grande con buenas ventas y el resarcimiento de la jornada. La urbe centenaria, de la que sabían por sus antepasados de sus grandezas –y de lo que ya no era ni la sombra, según decían–, aún resplandecía con brillo entre poblachones anodinos, y el mercado siempre estaba asegurado. En el renacer de la primavera los grandes gerifaltes del lugar se hacían con los mejores ajuares de plata; y había que ensortijarse con los riquísimos aderezos para destacar entre la florinata, entre esos magnates venidos de fuera para descollar como gallitos de corral. Sekilo conocía muy bien sus gustos y sabía embaucarlos con su buena palabrería, engatusándolos con piezas de extraordinaria belleza; con prestancia y galanura de pavos reales, haciéndoles si hacía falta objetos suntuosos a su medida. La familia de plateros norteños conocían bien la chanza y bonanza de este Betis espléndido que arriostraba lo mejor de la vega, las mejores familias. Ahora tocaba avanzar con paso firme y derecho hacia lo alto. Una vez transitada la medianía de la espesura, en el descanso del trasiego, el vivaracho platero dedicaría unas horas en la confección de las piezas: bajo la sombra de un chaparro extenderá su manta con su taller de artesanía. Con buen tiento y paciencia elaborará algunos recipientes terminando el repujado de los cuencos cónicos; terminará las fíbulas y corchetes para engalanar las mejores túnicas. Lo que más le gusta es idear soluciones creativas de las piezas con animales fantásticos, escenillas de caza o equinos como los suyos retratados para la eternidad. Para todo ello el burranco va bien abastecido de planchas e hilos de plata, y solo le hace falta tiempo, que es lo que le sobra a la familia en las horas del tedio vespertino. En estas cuitas planceras andaban, al tenor del canturreo alegre de la hermosa Aunia –en la inquietud de su juventud–, cuando al otro lado del cerro divisaron la polvareda de las cerriles caballerías romanas, siempre perturbadoras de la tranquilidad celtibérica y abusona en la recolección de botines. Los plateros conocían muy bien los esquilmos de las tropas, y no era cosa de echar a perder toda la hacienda. Sin prisa, pero sin pausa, el avezado platero recogió todo aquel artificio menesteril envolviéndolo en la manta y metiéndolo con sumo cuidado en un cuenco grande; apartándose un tanto de la calzada sin perder las referencias del encino mocho, el horizonte del cerro y la calvicie de un pozo de mina, que triangulaban su escondrijo. Allí ocultó la mayor parte de sus pertenencias más ricas con algunas monedas republicanas, que servirían para un buen arrimo de su hacienda a la vuelta. Claro que para convencer a las tropas tuvo que dejar en las alforjas el viejo astuto las piezas de menor valor, algunas monedillas y la mercancía más trasnochada que andaba siempre al retortero. Desgraciadamente la suerte hoy no le acompañaba y sabotearían parte de su trabajo. Con mucho primor cubrió bajo tierra el ajuar de plata más valioso, para rescatarlo cuando el peligro hubiera pasado. Sekilo y su familia ignoraban entonces el triste destino que les esperaba. Y para la Historia quedaría enterrado en la espesura de la Sierra durante cientos de años el TESORILLO DE LOS ALMADENES.






martes, 21 de mayo de 2013

VISITANTES EXTRA...?

El anhelo y la esperanza de muchos blogueros y demás del espacio etéreo, de casi todos, es contar con una nómina elevada de visitantes. Todos queremos, de alguna manera, que lo que escribimos o comunicamos de una u otra manera sea los más difundido posible; que nos visiten cuantos más mejor; que nos conozcan y se alarguen nuestros tentáculos hasta lo más largo del horizonte. ¡Ay, sueños..., dulces sueños de vanagloria! Aunque no todo el mundo aspire a las mismas cosas, ni las necesite; sin embargo algo hay de verdad. Día tras día asistimos al contento de muchos porque el número de visitantes es tal o cual, porque ha aumentado y ven que empiezan a tener difusión, se les conoce más, se les lee a diario..., y también cuentan con más poder, porque no decirlo. La tarea es ímproba las más de las veces (en nuestras más elevadas aspiraciones), y hace falta ser especialistas en la materia: no basta con tener buenas páginas o magníficos contenidos, ser dinámicos y hasta singulares...; la cosa es más compleja que todo eso. Las leyes del marketing y del mundo comercial aquí son acuciantes, y hay que saber vender el producto más por fuera que por dentro; con los todos los recursos a tu alcance, sobre todo con enlaces que alarguen de manera exponencial tu pequeña plataforma. No es nada fácil. La mejor prueba la tenemos en las cortas estadísticas que se nos ofrecen sobre las páginas de la comarca o los blogs mejor situados. Es verdad que aquí alcanzan buenísima repercusión, y se les lee (a algunos) casi a diario de forma considerable..., pero en una proyección más amplia son pecata minuta, prácticamente nada. Desgraciadamente, para todos nosotros y para las necesidades de la comarca deberíamos incidir en formas más agresivas de expandir nuestros recursos, aunque para eso creo que son necesarias varias cosas (vamos, muchas). Primero ser conscientes de que los grandes y poderosos (a otros niveles) lo son también en la red, y ahí está Lady Gaga, el Papa o Casa Real..., y eso precisa de poco comentario, pues ahí tenemos una gran limitación. Lo difícil es lo otro, que un don nadie escale posiciones y salte la palestra de las proximidades, y para eso hay que dar pasitos de creatividad. Dice Alicia que, entre los muchos existentes, el espacaratismo es siempre importante como recurso..., y lo será sin duda, por eso de la provocación y la captación de mirada. Bueno, pues será así.

lunes, 20 de mayo de 2013

Mensajería corta

Dicen las estadísticas y todo el mundo que lo corto gana; en eso de la mensajería. Lo sé y lo entiendo, pero en lo más profundo (de la cuestión) no me gusta. Ya he reiterado por activa y pasiva (y lo saben mis amigas y amigos) que me disgustan las naderías de cada minuto (si pongo o me quito el rimé, o si fulanita dice...), aunque todo el mundo esté como loco, como niños con zapatos nuevos enfrascados con el Galaxi de última generación. Lo cierto es que nos prodigamos en bagatelas ridículas que hacen la vida poco consistente. Las frases que empleamos son cada vez más breves y peor escritas, el lenguaje se acorta y con ello va también nuestro pensamiento (creo); las relaciones humanas son fluidísimas y al minuto, pero se está empobreciendo también la vertiente más personal (hablando con el aparatito) y se banaliza la vida de verdad, aunque nos parezca que nos conocemos más y mejor; aunque tengamos las ventaja, eso sí, de conversar de lo lindo con la otra parte del Orinoco mientras trabajamos. De esto ya he hablado cantidad de veces, y no es preciso repetirlo, pero lo que más me hace reflexionar es  la superficialidad de todo, del borreguismo que supone estar al día, al minuto y al segundo de todo mindundi..., de  lo que acontece en todas las instituciones (aunque de lo importante..., nada), con las grandes ventajas e inconvenientes que lleva la cosa aparejada. Todo es ya un pañuelo (como decían antes) y no hay cosa que se nos escape, pero entre tal vorágine de tuits que nos llegan al segundo resulta muy difícil discernir lo importante y lo banal, lo realmente relevante..., porque ya no existen casi prioridades ni las concedemos a nadie. Todo pasa a ser efímero e insustancial al cabo del día. Por esa misma razón resulta muy difícil impactar con nada a nadie: tienen que ser cosas muy buenas para calar; sobre todo cuando debes comprimir en muy pocos caracteres tu pensamiento. A fin de cuentas eso ya queda para los especialistas del marketing (esos sí que salen ganando), que saben manipular con habilidad y destreza con la frase corta y el trasfondo largo. Por eso a mí no me sirven casi de nada. Prefiero las distancias cortas y los argumentos asentados. No jugar al toque frívolo, pues casi siempre queda todo en eso. Y no digo que haya que denostar nada, pero para eso están los medios en las cosas, y la mensajería corta deja mucho que desear. Bastaría con hacer un recopilatorio (y te mueres de risa..., o de pena) de todo lo que has recibido (o mandado) en un mes. Es para pensarlo dos veces (ja, ja, jaaaaaaaaaaaaaaaa).

viernes, 17 de mayo de 2013

Mala Leche II

De verdad que hay momentos en que la frustración me gana; y no quiero. Cuando se pasa de la realidad a la política de alto copete te pierdes (yo me pierdo)..., y si no mirad los discursos de nuestros gerifaltes hablando del tema de la leche. Qué fácil resulta echar discursos sembrados de demagogia cuando es simplemente hablar y ya no se está implicado en el asunto (aunque se esté, o se haya estado hasta la médula). Una trabaja a ras de suelo en lo más doméstico de la ganadería y solo se ocupa del comer y del ordeño de las vacas, y qué lejos se encuentra ese mundo de los mercados que nos manipulan los precios, de los distribuidores que se enriquecen a nuestra costa..., de los distribuidores y marcas blancas que deciden arriesgar márgenes a tenor de otros beneficios; y de los políticos que cohabitan (en buenas habitaciones) con los problemas de los demás para el sostén de su peculio y su sillón. No dudo que el problema de la leche sea complejo, que lo es, pero seguro que se viene fraguando desde hace años cuando en la política europea se han definido cupos, se ha volcado la producción hacia Francia (con el consentimiento de alguien), o se ha descompensado la producción y el consumo en España; asfixiándonos ahora al gastar más de lo obtenemos de beneficio. Tal vez es que somos tontos (los del sector, seguramente que no hacemos lo que podemos) y no somos capaces de encontrar los cauces de solución, y seguro que habrá que seguir vías de lucha en unión con otras regiones, con la Competencia y la Intersectorial láctea; pero un problema de estas dimensiones no pueden solucionarse desde la perspectiva simplista del ganadero..., que yo pienso que pinta poco, porque las grandes decisiones no son de aquí de España, ni de un partido ni de otro (ya se ve como está la cosa desde hace años con diferentes gobiernos), sino que no ha habido una política clara por parte de nadie vislumbrando el futuro. ¿Quién ha detectado el problema a pesar de estar latente desde hace mucho?, ¿por qué no se han garantizado esos márgenes necesarios y se deja que ruede la pelota boba?, ¿Por qué hay que estar mendigando a los gobiernos cuando en la comarca (en todas las comarcas) hay representantes de todos y conocen la problemática? Difícilmente puedo llegar yo a ninguna conclusión, y sé que tenemos que empeñarnos hasta la médula y donde haga falta..., porque no queda otra solución. Pero mi reflexión se atiene simplemente (aquí) a esa crítica facilona de echar balones fuera, de reconocimiento del problema pero de no ofrecer soluciones ni apoyos ciertos. Hablar es muy fácil y hasta te mantiene bien sentado cuando no vives de la leche. Otra cosa es dejarte aquí la sangre y que dependa tu vida de esos gobiernos que no se sabe ni donde están...; de estos mercados que parecen fantasmas trufados de malicia...; de esa Competencia que suena a gallina hueca, o esa intersectorial cuya consistencia parece de porcelana. Lo dicho, entre las verdades de necesidad, sobre lo que hay que hacer y debe hacerse para subsistir, navega también la frustración de la gente que somos del campo y vivimos del ganado. Aunque desgraciadamente (o lo contrario) somos los que tenemos que resolver el problema. Los políticos son de otra madera y están para otras cosas (ja, ja, ja).






jueves, 16 de mayo de 2013

El Santo Varón del Campo

Ayer vivimos la fiesta del patrón de los labradores en mi pueblo, y en otros se vienen realizando algunas actividades culturales desde hace días. Para nosotros (los que nos dedicamos a esto) es una festividad que nos llega a lo más hondo por lo que significa, por lo enraizada que ha estado la economía de esta tierra con la agricultura y la ganadería. Por eso tiene (bueno..., tenía) la celebración una personalidad bastante definida, acudiendo muchos de nuestros mayores que no  van nunca a otras cosas. Sin embargo, en honor a la verdad, tengo que decir que cada vez veo más esta celebración como algo testimonial y sin chispa de verdad (en cuanto a grupo que celebra...), que no tiene nada de anormal, pues creo que simplemente proyecta la estela de lo que representa el campo y su gente. La abuela me contó hace años la fuerza de este día festivo, que para las familias que vivían del campo era muy  grande y se celebraba con mucho sentimiento y orgullo; que se hablaba de las cosas cotidianas que preocupaban, del estado de la sementera, de las fanegas cultivadas, de los problemas sempiternos de los precios..., y acudía todo Dios porque la sentía la llama del oficio como algo muy suyo. Hoy, como dice padre, ya no acuden ni los viejos agricultores y ganaderos..., y no se habla más que naderías y nada de lo nuestro; lo que más suena en los medios de la comarca es alguna estampa folklórica de alguno de nuestros pueblos, o festejos hechos a la medida de las instituciones para dinamizar su agenda de actividades culturales (vaquillas...). Es ya una tradición más envuelta en papel de celofán. Los del sector ya dicen y pintan poco, y acudimos al Santo casi por inercia, pero sin convicción apenas del sentirnos un colectivo con espíritu reivindicativo. No me refiero a la cosa religiosa, sino que creo que es un poco el reflejo de lo que supone ya la vivencia del sector, que además está alicaído por las circunstancias que todos conocemos. Más que nada, porque de la esencia de lo rural va quedando poco (el sentimiento de pertenencia...), y hasta se pierden los vínculos al Santo que nos ha identificado siempre. Y no quiero decir que lo pasaramos mal, ni que no hubiera buen aperitivo...Es simplemente una impresión

martes, 14 de mayo de 2013

Fraguaaaaaa....ndo (en Belalcázar)

Hace ya tiempo que apareció como de la nada este centro de artistas (residencia) ubicado en Belalcázar, que vive entre nosotros con el acomodo de quien está agusto como en su casa. Porque realmente lo está. Desde un principio me resulto curioso y suscitó bastante interés, pues no es precisamente la comarca acomodaticia con cosas nuevas, sobre todo cuando hablamos de vanguardia que tiene que desenvolverse entre nuestras tradiciones tan asentadas. Pero me satisfizo mucho la idea y los he seguido con cierto interés. Cuando he podido y las vacas me han dejado, he realizado algún escarceo para seguirles la pista, y me ha causado casi siempre buena impresión. Es una Casa bastante variopinta en la forma y en lo de dentro, y a pesar del abismo que me separa de ellos (aparente) creo que estamos bastante cerca en eso de los valores humanos, pues estas personas entienden bastante bien lo rural, lo ecológico..., y detestan lo que yo también detesto. Quizás lo que les hace diferentes (y de qué manera) es el lenguaje que emplean en sus diferentes formas y soportes..., pues son artistas (lo digo con cariño, para entendernos) y no es que vean el mundo de otra manera, es simplemente que se expresan con mucha libertad sin sujeción a los cánones tan manidos. La pluralidad, variedad y divergencia de formas caracteriza bastante bien la Residencia, así como su afán por el dinamismo artístico, la creatividad y la innovación, sus miradas poliédricas y la experimentación constante. La alargada lista de artistas y experiencias que transitan por sus espacios forjan, si cabe, el mejor cimiento de su atmósfera. La apertura constante que se respira enriquece mucho el ambiente, de fuera adentro y de dentro hacia fuera, sin ese ridículo limes que siempre empantana las artes y las ciencias. La edad es un punto (y son de espíritu joven), porque su mirada es limpia y transparente, y sin mucha cautela se dejan arrastrar por la innovación, la provocación y la trasgresión sin mucho recato. Ahí está la baza más grande. Casi todo lo que les he visto está sembrado de sabor positivo (aunque a veces, muchas, te lleven a rastras a la reflexión), y a Belalcázar le ha tocado la Lotería, aunque no se hayan dado cuenta (así son las cosas, a veces). Bastaría con recordar el montón de artistazos que han dejado su granito de arena, que creo que no son minucia (según dice Vero). Yo no entiendo mucho del asunto, pero cuando se remueven los sentidos (y a mí me pasa) con lo que ves es que la cosa tiene miga (eso dice el abuelo..., y ahí le doy la razón). No obstante, un centro experimental como este tiene también el gran problema del Arte en general..., pues la tradición (en aparente contradición, sin serlo) es una carga abrumadora, y hay que saber vender el producto. Tal vez ellos no estén precisamente a rastras de la estela de vender ni de comprar, sino de crear y servir de vehículo, pero acercar lo nuevo tiene siempre sus problemillas..., hasta para la gente joven como yo. Puedes traer el cielo hasta casa, y como no lo vendas bien algunos no se enteran de lo que va, porque es transparente, gaseoso y muy fino el aire, inconsistente y etéreo. No dudo del magisterio de muchos de los artistas que he visto a veces..., ni de su capacidad técnica o artística, pero se necesita mucha didáctica y buen tiento. Hasta las cosas más bonitas te las tienen que enseñar con cuidado y ternura, porque si no eres capaz ni de entenderlas, apreciarlas ni valorarlas. Los de la Fragua son gente de buen talante, creo, mucho espíritu y buena mano, que entienden bien el medio rural en el que se desenvuelven, en el que quieren integrarse con un arte que, aunque novedoso en sus formas, no sea discrepante en el fondo de lo nuestro. Pueden ir perfectamente de la mano. Creo que tienen que ser constantes (que lo son) y diligentes con la comarca, estimulando más a todos los pueblos y creando vínculos de relación con sus creaciones. A veces los veo y oigo un tanto en la distancia, y están muy cerca con cosas muy bonitas; pero pueden hacerlo aún mejor, porque en el contacto está la llama del corazón. Y eso lo sabemos bien la gente de pueblo. El tiempo que todo lo sabe y arregla pondrá las cosas en su sitio, y elevará a quien deba a los pedestales del triunfo, y arrojará lo denostado a los infiernos..., y a veces es muy caprichoso, pues no basta con hacer las cosas bien en el tiempo y forma: hace falta acompañamiento y buen paso. En nuestra comarca tenemos (creo, que atrevida..., perdón) una carencia grande de experiencia artísticas novedosas de altura, y la Fragua pone un punto de este caldo espumoso y reventón, pero hay que saberlo beber con mucho tino y paciencia para que no se odie desde el principio; para que no se coja una borrachera de cuidado, o para que se denosté el sabor sin haberlo apenas probado. En varias ocasiones que he visitado exposiciones y actos con mis amiguetes, y he observado en otros visitantes (de los míos no hablo, buenas y buenos son) que salían con caras contrariadas y risitas contenidas. No hacen falta las palabras, porque son elocuentes las risas y sus motivaciones..., o los silencios. El Arte contemporáneo y las experiencias artísticas tan plurales como las de la Fragua precisan para el gran público de un aprendizaje (sobre todo para las personas mayores) y un visionado que lleva años, y en eso no veo ningún problema, pues tiempo es lo que nos sobra. Sabiendo que lo bueno acaba calando. Peor veo a esos que van de entendidos y hasta en lo burdo (que también lo hay) y poco artístico encuentran prurito de estrellatos por doquier. Prefiero ver las verdades en la sencillez de la gente y en ese arte sin pretensiones, que si es bueno nos acabará gustando. ¡Cómo me gustaría poder compartir con ellos el quehacer diario!

jueves, 9 de mayo de 2013

La Cofradía del Palo

Así llama el abuelo con sorna a los senderistas, y me hace reír un montón. Que me perdonen los aficionados al sano ejercicio de la andadura sin tregua por los derroteros de nuestros lares, pero Manuel no da puntada sin hilo, y hay que entenderlo. Aplica ese amable calificativo a esa recua de paseantes que vemos unos y otro día por la dehesa pertrechados como astronautas, con más trastes que un torero en ciernes de tomar la alternativa; porque últimamente ya no es que lleven sus atuendos con todo lujo de detalles (que me parece muy bien), sino que con la cosa tecnológica van a tiro fijo siguiendo la estela del GPS, como pollitos detrás de la gallina siguiendo la impronta de la madre. Es broma. Me encanta que haya personas que sepan aprovechar la naturaleza, que conozcan nuestra tierra a fondo y disfruten de este magnífico paisaje que nos ha regalado la vida. Hay otras gentes y gestos mucho más criticables, que teniendo muy cerca el paraíso no son capaces de ver delante de sus narices, y perjuran de lo lindo por llevar un triste remedo de vida insana y urbanita, que nada tiene que ver con nuestros pueblos y ciudades de Los Pedroches. No obstante, el decir del abuelo tiene un tanto de rintintín y rintitón, pues hay que entender que quienes  vivimos en el campo y del campo vemos de otra manera muy distinta la escenografía campestre. Necesariamente tenemos otra percepción, pues nuestra integración en la naturaleza no es mero espectáculo ni un simple remedo de vida de la vida rural: es la vida misma y nuestra existencia. Tenemos el disfrute y el goce a diario de la forma más natural, de manera menos superficial, y convivimos también con las dificultades y problemas que también tiene la profesión (ganaderos y agricultores), y la propia naturaleza. Obviamente no se ve igual desde el escaparate del ocio, la distracción y el divertimento que desde el oficio, las madrugadas intempestivas o con las tormentas que te pillan en la Vera, en la Pila o en Majadillas; tampoco los desdenes del calenturón o las heladas negras del frío invierno. Pero salvando las distancias, que son ostensibles, todos tenemos un sentido muy similar del respeto por el entorno físico que nos envuelve, al que entendemos no simplemente como una vía de escape, sino como una necesidad y una forma de vida, estando más o menos cerca. Sería deseable no solamente convivir en el medio rural como de puntillas, sino extenderlo también a nuestros pueblos aminorando los efectos urbanitas (coches, grandes superficies..., etc.). Cada día se impone más una forma de respetar el medio, e integrarse en él por el simple hecho de entenderlo, que no siempre es cosa fácil. Existen en Los Pedroches muchos colectivos que no andan desencaminados, ni en los caminos ni en las ciudades y pueblos. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Autoridades

Hay cosas que requieren cierta reflexión. El otro día mi hermana estuvo en una de esas charlas de personas “importantes” que se ofrecen en actos culturales de los pueblos, y me llamaron la atención algunas cosas que comentó. En estos eventos generalmente se traen personalidades de prestigio social, profesional o científico para disertar sobre determinados temas, y es completamente lógico, pues su autoridad es destacable en ciertos campos y merece la pena escucharlos (casi siempre); sus conversaciones y ponencias ponen un punto álgido, de valor y calidad a estas jornadas, que facilitan el acceso cultural en diferentes vertientes en nuestras localidades. Creo que son actos muy positivos que me gustan y nos enriquecen, a los que no se le puede poner ninguna pega en términos generales. A menudo acudo cuando me lo permiten mis vaquitas, porque no está reñido lo uno con lo otro, y padre no pone mala cara. Otra cosa es que a veces se apueste simplemente (no en todos los casos, pero sí a veces) por prestigiar los actos con jerifaltes de renombre, con fuertes dosis de reclamo; que también tendría toda la legitimidad del mundo. Sin embargo, lo que me llama la atención un montón es que en muchos casos nuestro comportamiento y percepción de las cosas son sumamente curiosos. Resulta llamativo cómo somos cautivados por esos ponentes que tienen una elevada proyección social en los medios de comunicación; aquéllos que vemos y escuchamos en radio y televisión, que tenemos en nuestra retina desde hace mucho tiempo. Su presencia nos cautiva de forma un tanto irracional, y hasta le guardamos cierta veneración, pues son para nosotros como algo superior (que en parte lo son). No es necesario que me extienda aquí sobre los poderes de los medios, que todos los conocemos, aunque a veces no somos conscientes de ello. Precisamente, quienes trabajan en ellos a diario se convierten también en voces autorizadas que escuchamos con cierta entronización. Bien es cierto que generalmente en estos profesionales impera la sensatez y el sentido común, sobre todo cuando han demostrado sus capacidades y siguen en la cresta; pero es muy destacable la seducción que nos producen simplemente por ser archiconocidos..., cuando los tenemos cerca, conmoviéndonos como si fuera gente de otro mundo (que en realidad lo son). Creo que ellos traducen en sus personas el poder de los medios de comunicación, y son un ejemplo palpable de la influencia que ejercen en nosotros de forma abrumadora. No solamente les revestimos con una aureola especial, sino que todo cuanto nos dicen alcanza la categoría de verdad irrebatible. Realmente nuestra nuestra percepción es muy selectiva y caprichosa, pues generalmente lo que dicen (o buena parte de ello) lo pensamos todos a diario y en los mismos términos, pero hace falta que nos lo digan estas personas prestigiadas para que tome carta de naturaleza. Es más, pues no para ahí la cosa, sino que tú lo puedes decir y publicar a los cuatro vientos, pero nadie le dará la mínima importancia. Así son las cosas (desgraciadamente). A este tipo de autoridad y autoridades me refiero, cuyo predicamento viene avalado por ese poder inmenso que dan los medios de comunicación, que ejercen sobre nosotros un impacto insoslayable. Seguramente con los nuevos recursos (redes sociales) se están generando nuevos ídolos que nos arrastran a diario, pero los tradicionales han cumplido su papel durante muchos años, y creo que la autoridad y el poder que proyectan y ejercen aún en cantidad de cosas es muy evidente.




lunes, 6 de mayo de 2013

Fiestas y más fiestas

Dice mi amiga Catherine, cuando le pongo al tanto de lo que ocurre en nuestra tierra, que de las fiestas no nos podemos quejar. Tiene ella una visión muy particular, y no le recrimino nada porque su mirada es la de una extranjera, pero generalmente atina mucho en todo lo que me dice; y socarronería no le falta..., y en sus comentarios siempre hay lecturas con bastante rintintín y agudeza (no en este, que es claro como el agua clara). Lo cierto es que me ha hecho pensar un poco. Menos mal que no hay muchos fines de semana como el pasado, porque ya no damos abasto. Es comprensible que exista tal concentración de fiestas, derivadas de celebraciones tradicionales en cada uno de los pueblos para alegría de los vecinos, que atienden casi siempre a las mismas razones religiosas o de otra índole. El problema, o la ventaja (según se mire), la encontramos en nuestros días, cuando ya todo es de todos y las celebraciones no se circunscriben a cada localidad, sino que se hacen (o las hacemos) extensivas a la comarca, la provincia y al turismo en general. En esta trifulca de celebraciones hay tradiciones, espectáculo, simplemente ruido, descanso merecido, etc. Una sucesión de fiestas sin orden de continuidad que ofrecen una visión bastante singular; que en absoluto es nuestra o solamente nuestra, pues bastaría con mirar otras muchas comarcas y lugares de Andalucía y España que viven igualmente la tradición, la religión y la transformación del campo en primavera. No obstante, visto globalmente es una explosión de festolinas que obnubilan a cualquiera que lo observe desde la lejanía y sin mucha sintonía con nuestra cultura; máxime cuando las redes nos trasmiten al minuto la senda cruzada de itinerarios festivos que se viven a nuestro alrededor. Nada extraña que socarronamente me diga Caty que cuándo se trabaja...Es broma, evidentemente, y así lo entiendo, pero lo cierto es que puede dar lugar a cierta percepción negativa desde otros contextos, y en todo caso la vorágine propagandística alcanza cotas elevadas de saturación, que cuando se extrema en exceso (la promoción) en cada uno de los lugares (que es legítima) acaba una no queriendo enterarse de nada.

sábado, 4 de mayo de 2013

La Cara y la Cruz de Añora

Ya vive La Ñorita su fiesta grande, y está la vecindad henchida de alegría. El Mayo florido, este año más que nunca, rebosa de verdor por todos sus poros; y del blanco celestial de los tules y florecillas que germinan de forma prodigiosa con puntillas de ternura. A mí esta fiesta me encanta y me llega a lo más hondo, no solamente por lo evidente, sino por la personalidad (creo) que tiene frente a ese dispendio de cruces al uso que se celebran por todo el contorno, con un significado religioso idéntico (también al nuestro). Desde la madrugada se respira en el ambiente ese aire puro de Mayo que viene cargado de ilusión para los barrios y las cruceras, para el pueblo entero con el corazón encogido y hasta los forasteros que uno y otro año visitan este rinconcito, con el empeño de quien sigue un ritual sembrado de satisfacción. Aquí se vive y se siente por los adentros, con lo que se hace, se piensa y se disfruta en confraternidad, para los de afuera queda más –si cabe– el aprecio del exorno y la parafernalia de esta delicatesen de puntilla fina engalanada de tradición y espectáculo. Porque en verdad, y no nos engañemos, las Cruces de Añora tienen ya –como todas las tradiciones de ahora– ese sabor agridulce de contrapuntos que nos embaucan en una ensoñación bobalicona (y ruego que perdonen algunos). Creo que nadie se engaña en absoluto, y todos disfrutamos de los lindo desde distintas posiciones (haciendo y mirando). La vivencia de la Cruz y sus verdades –como  dice el abuelo– ya no existe para nada, o queda muy poquito de aquella manera de vivir unas formas externas que proyectaban la gran espiritualidad y el sentir de la Fiesta. Hoy es simple divertimento externo que en la mayor parte ha perdido la esencia, pues a la juventud esas verdades nos quedan ya muy lejos lejos (qué digo..., abismales). Lo más señero se cifra, a mi parecer, en el intento de mantener esta tradición singular por parte de las cruceras (bueno...) que vivieron el sentir de la cruz y de las que ya no queda apenas más que la fotografía. Eso es ya pasado. Hoy la Cruz se vive con el gozo de una fiesta grande para el pueblo, que mantiene el hilo de la tradición (aunque sea muy fino) y la va revistiendo de actualidad, aunque se quieran ensalzar los quilates del pasado. La cara y cruz de la fiesta se mantiene por ese canto estrecho de la moneda que representa el valor del pasado revestido de modernidad y este presente mediático, de fiesta institucionalizada y promovida a las altas y bajas esferas de difusión comercial; a la peana de la cámara del turista, al mogollón de la noche grande y de las redes sociales. Las Cruces de Añora se debaten como tantas otras tradiciones en esa encrucijada del pasado y del presente que hacen que camine al hilo de la incertidumbre, aunque parezca que anda la fiesta con pasos firmes y plomizos. El tiempo dirá verdades, medias verdades o mentiras. En todo caso queda la fiesta y la alegría a partir de un pueblo y una comarca que disfruta como siempre de la Primavera, del mes florido y de lo que significa el campo y el ambiente, y el tránsito estacional. Eso nadie lo puede cambiar, aunque lo revistamos de mil maneras diferentes. Un año más viviremos el embrujo de Añora y de sus calles..., mirando y admirando las proezas de la paciencia por la Amargura, Concepción..., y ese cielo abierto (este año sí) y complaciente sembrado de pedrería.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Veredeando (micro)

Aquella Mañana Martín se había levantado con un gran humor antes de despuntar el alba, removiéndose como culebrilla entre los pastores acostados, vociferando gritos de alegría. Hoy era un día especial. El Mayoral los esperaba en el pueblo y los compañeros lo venían azuzando desde hace días con la novedad del festín. Aunque desde hacía varias semanas se le había subido el colorete con la vuelta a casa. Atrás quedaban ya los sufrimientos y soledades de la invernada, los chozos macilentos como esqueletos descarnados de la temporada; las cortas luminarias del día (con un sol pálido y mortecino) y las anchas noches sembradas de la inquietud juvenil, soportables simplemente por la fraternidad de los pastores, el dicharacheo inquebrantable de las largas anochecidas y el chisposo chascarrillo picante de los más viejos. Bien cumplido San Marcos, con la marcha hacia el norte, se le llenaba el corazón de gozo y los pulmones de aire puro, porque aquí abajo el tempero iba ya templando en demasía. Día a día avanzaban hacia las tierras del norte, hacia un estío más calibrado en calenturas y hacia un mundo nuevo: el suyo, donde le esperaban los abuelos y tíos, convecinos y  con quienes había echado raíces desde hacía casi tres lustros en Quintana. Antes debían llegar al rancho de Buenavista para el esquileo, para adelgazar al ganado de ese tupido traje invernal que ahora era ya fastidio y calentura para los animalillos; aunque para ello aún restaban más de dos semanas bien cumplidas, y bastantes leguas para alcanzar la medianía del camino en la serranía toledana. Hoy  tenía por delante simplemente cuatro y media para llegar a su destino preferido, y había que coger la madrugada por la punta, por eso se empleo bien en hacer despertar, con buenos modos pero incordiantes, a pastores y rabadanes, primeros y segundos de cabeza...; y al ganado agazapado con displicencia, con el ojillo entreabierto en la serenidad de la mañana. Bien es verdad que en muy poco tiempo toda la guarda ovejeril estaba en pie de guerra (que eso era la lidia diaria con el ganado), dando buena cuenta de la caldereta, la migas y la pitanza con el buen caldo de pitarra agenciado hace no muchos días en la bodeguilla particular del tío Serafín. En un santiamén estaba la comitiva en marcha poniendo aquella legión de vellones andantes del marqués, con los que había que tener un cuido extraordinario, como repetía una y otra vez el mayoral. A eso de las seis en punto, con la tibieza del rayo doblegando al horizonte, el zagalón ya había recogido toda la calderería, las trébedes y sartenes, pellejos y los aliños de la cometoria (la sal y los ajos, la manteca y pimentón...); nadie mejor que Marcelino (cojo y respondón, pero buen cocinero) para saber la importancia de todos aquellos avíos que diariamente les garantizaban la subsistencia. El cortejo pastoril se cerró en un abrir y cerrar de ojos, con Martín y otros cuatro zagales que hicieron muy bien el ato, con los burrancos apelmazados de carga, las yeguas bien lozanas y el trote alocado de algunas cabras y vacas zagaleras. Por delante del rebaño, muy clara y postinera, se extendía la cañada real serpenteando entre el llano y lomas de muy poca dificultad...; y allá en el horizonte las sierras más jaraneras marcando los límites de Andalucía. Pero eso sería ya para otro día. Hoy les bastaba con llegar al mismo límite de la tierra baja, a esa Torre del Campo que era desde hacía siglos un hito grande en el camino. A Martín se le hizo bien corta la jornada, porque la esperaba con ansia y con ahínco..., y cuando a fin venteo el aire de fiesta en los villanos..., y la ermita a rebosar de gentes y jolgorio..., le corrió un no sé qué por las venas que le llegó de inmediato al corazón. Ante sus ojos tenía la ermita de Veredas, cumpliendo como nadie con los pastores, con su Santita vestida de fiesta y su ermita engalanada. Había esperado este día con la ilusión de un niño, pero sabía que era el sentimiento más hondo de una tradición centenaria..., del un trasiego pastoril de los abuelos que antaño levantaron esta casa de la Virgen. A Martín le quedaba toda la jornada para disfrutar entre los lugareños, gente alegre, llana y hospitalaria..., hijos de los hijos de sus padres y antepasados, que un día ganaron el corazón a esta tierra. (Gracias a tí, Vero, por darme toda la información necesaria, con la que he aprendido un poquito)

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES

QUE PARE EL TREN EN LOS PEDROCHES
Vista Parcial de la Manifestación en la Estación de Villanueva